CRÍTICA DE TEATRO | «Arte», de Miguel del Arco

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La sociedad cambia y ese cambio arrastra todo consigo. La forma de relacionarnos, de escuchar música o ver películas, la manera de vestir, de hablar y de sentir. Cambia la sociedad y cambiamos nosotros. Quizás este es el cambio más difícil, ya que el tiempo pasa, pero no lo hace sin dejar heridos y consecuencias, sin dejar preguntas que en muchos casos no tienen respuesta y sin dejar mucho aprendizaje, sobre el resto y sobre uno mismo. El problema es que este cambio no afecta a todos por igual, ya que, aunque somos una población un tanto homogénea en ciertos aspectos, hay partes del puzle que, aunque antes eran (o parecían) iguales, ahora indiscutiblemente tienen forma distinta. Cambiamos y cambia lo que nos rodea, pero el nuevo entorno choca con el anterior, al que muchas veces tratamos de aferrarnos con uñas y dientes.

En esta situación de conflicto se encuentran Marcos, Iván y Sergio. Arte, la obra de Yasmina Reza que vuelve a las tablas del Pavón Teatro Kamikaze, cuenta la historia sobre tres amigos que han vivido juntos desde el instituto, pero que ahora ven tambalearse su amistad por un cuadro blanco con unas finas líneas blancas. Con un elenco formado por Roberto Enríquez, Cristóbal Suárez y Jorge Usón bajo la dirección de Miguel del Arco, esta comedia plantea un tema tan complejo como el cambio, haciéndolo de una manera que hace reír y reflexionar a partes iguales.

He de reconocer que no soy gran fan de las comedias. Sin embargo, el Teatro Kamikaze es una apuesta segura. Todo lo que allí se muestra es valiente, arriesgado y con una profundidad especial. Si a esto le añades la dirección de Miguel del Arco (que, por suerte, va de la mano de este teatro) y unos actores que desprenden una constante energía y complicidad sobre las tablas, Arte se convierte en un evento de la cartelera teatral madrileña difícil de pasar por alto.

Arte hace reír al público, pero también crea en el patio de butacas silencios cargados de tensión y empatía. Una dualidad y contradicción perfecta, como los conflictos que plantean los diálogos y protagonistas de la obra. Los actores encarnan a sus personajes con fuerza, dando a Sergio, Iván y Marcos tal verdad que el público llega a entender a la perfección a cada uno de ellos, siendo los tres totalmente diferentes. Pero no solo eso, sino que los espectadores pueden ser testigos de tres partes de la sociedad, de tres formas diferentes de ver y relacionarse con un mundo en el que impera la tecnología, las apariencias y el narcisismo.

Nunca me cansaré de decir que el teatro es una de las mejores formas de vernos a nosotros mismos sin posibilidad de apartar la mirada, de conocer una realidad que no siempre gusta, pero que está ahí. Arte propone algo poco común hoy en día: la posibilidad de no ser tan rígidos y de asumir que la realidad es como cada uno quiera verla. Todo esto, con tan solo un cuadro blanco y mucho talento. Una vez más, es necesario darle las gracias al Pavón Teatro  Kamikaze por apostar por este tipo de teatro que enseña, emociona y que no acaba una vez que se cruza la puerta de salida hacia el mundo real (o irreal, según como cada uno quiera verlo).

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Marta Carrasco

Nacida en Madrid. De pequeña me daban miedo los teatros, ahora no salgo de ellos. Amante de las series, del cine, de la música, de los libros y de todo lo que te hacen sentir. Necesito escribir y a veces no leo lo que escribo. Deseando ver lo que la vida me va poniendo en el camino.

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