Cualquiera que haya acudido a ver un gran musical de la Gran Vía y se considere amante de este género sabrá que el sentimiento que crean la música, la escenografía, los actores y la historia es una emoción difícil de definir con palabras. La grandeza de estos espectáculos regala una magia visual y acústica que perdura durante días en la memoria. Sin embargo, la cartelera teatral tiene esa capacidad de albergar pequeñas sorpresas que, aunque no cuentan con la espectacularidad ni con el presupuesto de un teatro grande, saben crear en los espectadores la misma sensación de vida.
Este es el caso de La Pilarcita, una obra que se representa desde el 3 de junio en la Sala Lola Membrives del Teatro Lara. Dirigida por Chema Tena y protagonizada por Anna Castillo, Fabia Castro, Álex de Lucas y Mona Martínez, cuenta una historia sobre la amistad, el tiempo, los milagros y los sueños. Todo comienza en un pequeño pueblo de España, donde Luisa (Fabia Castro) regenta un pequeño hotel ayudada por Lucía (Anna Castillo). Con motivo de las fiestas populares, Selva (Mona Martínez) y su misteriosa pareja acuden al hotel en busca de un milagro que cambie su vida y que correrá a cargo de La Pilarcita, una santita con mucha fama en el pueblo.
Que Anna Castillo tiene un talento arrollador no es ningún secreto, pero ver cómo da vida a un personaje con tanta luz como Lucía a escasos metros de los asientos es un regalo. Mona Martínez encarna a Selva, una mujer implacable y fuerte, pero con una fragilidad que se va apreciando a lo largo de la obra y que Mona muestra con sutileza y talento. Fabia Castro interpreta a una Luisa dulce y sensible, proporcionándole una mirada que enamora al público desde el primer momento. Y, por último, pero no por ello menos importante, Álex de Lucas conduce la obra a través de su voz y su guitarra. Su presencia y su especial voz crean una atmósfera que encaja a la perfección con el ambiente que se respira desde el primer momento, incluso desde antes de empezar la función.
No es común sentirse identificado con una chica atrapada en un pueblo donde el tiempo pasa despacio, en el que los días transcurren lentos y no hay una apretada agenda de horarios que ahogue el día a día. Hoy, el tiempo corre en nuestra contra, vivimos yendo de un lado a otro solo para tachar tareas de la lista, para conseguir llegar a casa al final de la jornada y sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Una vez más, el teatro actúa como espejo, nos invita a reflexionar sobre esa prisa que maneja el día a día, sobre el inconformismo y los deseos. Porque sí, todo el mundo tiene deseos, pero no todo el mundo pelea por cumplirlos. Selva y Lucía muestran esta contradicción a la perfección, reflejan esas dos vidas contrapuestas que en un principio nada tienen que ver entre sí, pero con algo muy poderoso en común: ambas buscan un milagro.
La Pilarcita es una obra sencilla, una historia bonita que no destaca por grandes focos, pero que se ilumina por grandes interpretaciones y por su naturalidad y cotidianidad. Desde el primer momento hasta el último, la atmósfera tan especial que se crea en el Lara traslada a los presentes a ese pequeño pueblo y al interior de los personajes. Es una historia que se abre paso a través de la escena y camina directa al corazón, donde se posa y permanece. Un cuento que transmite bondad, esperanza y vida. Ya saben, acudan al Lara y disfruten de esta magia, dejen que ocurra el milagro de La Pilarcita.
MÁS INFORMACIÓN
¿Algo que añadir? ¡Déjanos un comentario!