CRÍTICA DE TEATRO | «Taxi», de Josema Yuste y Alberto Papa-Fragomén

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Según el dicho popular, se coge antes a un mentiroso que a un cojo, pero todo depende de qué mentiroso estemos hablando. Rafael (Josema Yuste) es un taxista que vive a la carrera entre los barrios de Chamberí y Chamartín para compaginar la vida con sus dos mujeres Carmen (Amparo Bravo) y Lucía (Esther del Prado).

Todo va de perlas hasta que se cruzan en su camino Falete, un bolso y un golpe morrocotudo. A partir de entonces su vida se convierte en un ir y venir de mentiras y excusas para que la una no conozca la existencia de la otra y viceversa.

Gracias a la ayuda, mejor dicho a la intención, que es lo que cuenta, de su amigo Alfonso (Sergio Fernández) consigue dar esquinazo, o eso cree, a los inspectores de ambos distritos (Alfredo Cernuda y Javier Losán) que acuden a esclarecer las circunstancias del suceso.

Durante hora y media los 6 personajes se sumergen en una espiral de situaciones a cual más inverosímil que la anterior que nos demuestran hasta qué punto somos capaces de inventar mentiras más gordas que la que se está encubriendo con tal de no ser descubiertos.

Obra de Ray Cooney adaptada por Josema Yuste para que el espectador ría. No esperéis encontrar un mensaje profundo, no esperéis naturalidad en los actores. «Taxi» es un canto a la exageración en las formas y el contenido, con un uso excesivo de los juegos de palabras, sello del humorista.

Enredo tras enredo, complicación tras complicación, un panorama que difícilmente podría aguantar un ser humano en la vida real, pero así es la ficción, señores, permite provocar la risa del que observa desde fuera al tener ante sus ojos una sucesión acelerada de hechos y contratiempos llevados al absurdo. Esa es una de las ventajas de «Taxi», todo sucede tan rápido y en un decorado tan continuo que al espectador no le da tiempo a pensar qué más puede pasar y tiene que reír al verse sorprendido por el más difícil todavía, aunque reconozco que a los que rondamos los 30, por arriba o por abajo, ese humor no nos es del todo familiar y ciertas mentalidades aún menos.

Todos los personajes son antagónicos. Seis protagonistas y seis papelones, cada uno aguanta su vela. Estuvieron acertados los dos inspectores, más que correctas las dos mujeres y viví un déjà vu al ver las personalidades que imprimen Josema Yuste y Sergio Fernández en su actuación, demasiado reconocibles.

No me convenció el final, resta cierta credibilidad a unas reacciones que se le suponen espontáneas al personaje, pero no puedo desvelar mucho más. Sólo diré que encontré un fallo en la última frase, el armario al que se hace referencia está en la otra casa, pero no me extraña que con tanto ajetreo el taxista no sepa ni dónde para.

Este «Taxi» tiene parada en el Teatro de la Latina, no es que esté libre precisamente, pero hay una plaza para el que se quiera subir. Eso sí, confiad en que la carrera no os salga tan cara como a los personajes de esta comedia.

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Margarita Pérez

Me apasiona que me cuenten historias desde las tablas, desde la gran pantalla o desde la caja lista. ‘Mary Poppins’ me enganchó al cine, ’10 negritos’ al teatro. Nací con una tele debajo del brazo y un lápiz en la mano izquierda. «Librívora» desde la cuna. Escribo porque no sé vivir de otra manera. Ingeniera de Telecomunicación. Madrid, Madrid, Madrid…

1 Comentario

  1. Avatar
    Aurora 01/12/2017 at 14:30 -  Responder

    Está igual de viejo el Teatro La Latina que el guion de la comedia Taxi no sé… todo huele a polilla!!!

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