CRÍTICA DE TEATRO | «El amor sigue en el aire», de Félix Sabroso

crítica el amor sigue en el aire

Nuevas escenas, nuevas canciones, así reza el panfleto de El amor sigue en el aire. No miente, pero es una verdad a medias. Nuevo es todo lo relativo a la visita que recibe la pareja del «ni contigo ni sin ti», pero su historia y la forma de contarla son un calco de la versión original.

Ya que los esfuerzos se han centrado en añadir y no en arreglar, yo pagaré con la misma moneda. No quiero decir que no me gustase la base, mi opinión sobre las idas y venidas de los protagonistas sigue estando igualmente en el aire, pero no voy a repetir lo que ya escribí en su momento. Lo que sí destacaré son las diferencias que veo con El amor está en el aire, la historia madre. Una vez hayáis leído ambas críticas, juzgad vosotros mismos.

Esta vez a los dos tortolitos se les vio más desinhibidos, será porque los personajes son viejos conocidos. Más desinhibidos y con más prisa, quizás tengan la culpa las apariciones de Paco (Mario Vaquerizo) y Carlota (Alaska), a las que había que hacer un hueco, pero esta vez se ventilaron las escenas con una velocidad de espanto.

Dicho esto, es hora de hablar de la novedad. Una pareja sobre la que recae el peso cómico de la obra y cuyas intervenciones, algunas metidas con calzador, roban el protagonismo a los que se suponen personajes principales. Los amantes de Teruel, peluquera ella, aventurero él, levantan los aplausos y las risas del público cada vez que pisan las tablas, sobre todo Mario, más comedido de lo que acostumbra.

Esta historia de amor paralela es el mayor acierto del director, incluir este aliciente hace que los que repiten no se vayan con las manos vacías y algo es algo. No sé si todos lo considerarán suficiente recompensa, cada uno tiene su opinión. Eso sí, no puedo vaticinar si os convencerá o no, porque lo mío nunca ha sido la carta astral.

 

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Margarita Pérez

Me apasiona que me cuenten historias desde las tablas, desde la gran pantalla o desde la caja lista. ‘Mary Poppins’ me enganchó al cine, ’10 negritos’ al teatro. Nací con una tele debajo del brazo y un lápiz en la mano izquierda. «Librívora» desde la cuna. Escribo porque no sé vivir de otra manera. Ingeniera de Telecomunicación. Madrid, Madrid, Madrid…

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