Entrevista a Raquel Sánchez Silva: «Estaba dispuesta a que ‘Mañana, a las seis’ se quedase en un cajón»

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Cuando cerré la entrevista con Raquel Sánchez Silva aún no sabía a qué hora sería. Al día siguiente recibí un mail que decía que se realizaría “mañana, a las seis”. En ese momento tuve un buen presentimiento y me entraron aún más ganas de entrevistar a una de las presentadoras más carismáticas de la televisión, y ahora autora de su primera novela ‘Mañana, a las seis’.


ENTREVISTA: MARIO TEMIÑO (@mynamewasMario| FOTOGRAFÍAS: ROCÍO MUÑOZ  (@Rocio_ML_)

  AGRADECIMIENTOSPLANETA DE LIBROS (@Planetadelibros/ HOTEL AC RECOLETOS


TITULARES:

«Ahora el cuerpo me pide más abrazos que empujones»

«Terminar la novela durante Supervivientes ha sido algo muy raro, incluso friki»

«Tengo oportunidades que mucha gente no tiene […] Soy una privilegiada»

«Creo en la conquista de los derechos femeninos»

«Si nuestro primer libro no cumple con las expectativas para el segundo no tenemos esa oportunidad»

«En la prensa no solo vale lo que vende, tiene que valer la verdad»

«Mi sueño es tener un programa de entrevistas, pero no sé si estaría a la altura»


- Segundo libro publicado y con éxito. ¿Cómo te das cuenta de que quieres escribir ficción?

En realidad es que el anterior libro creo que era necesario para satisfacer esta gran duda de si puedo escribir un libro. Cuando lo vi encuadernado, preparado e impreso dije: pues va a ser que sí. Lo que pasa es que otra cosa era una novela. Realmente la ficción me la planteo y trabajo en ella muchísimo tiempo, pero siempre abriendo la puerta a la no publicación. No me comprometí hasta que ya estaba muy avanzado el trabajo, y hasta que no lo cotejé con gente a la que respeto mucho y con un criterio mucho mejor que el mío. Es ahí cuando pensé que podía merecer la pena que alguien entrase en el universo de ‘Mañana, a las seis’ a pesar de que yo estaba dispuesta a que se quedase en un cajón. La escritura y la literatura me producen muchas más inseguridades que la televisión porque es muy complejo y porque llevo veinte años haciendo televisión pero soy una primeriza en esto. Todavía tengo mucho miedo, y cuando alguien me dice que ha leído la novela se me para un poquito el corazón porque es todo nuevo para mí.

- ¿Cómo ha sido el proceso de escritura de ‘Mañana, a las seis’ durante los tres años que has tardado en terminarlo?

Han pasado tantas cosas en mi vida durante estos tres años que cuando tú lo estás escribiendo el libro te acompaña, además mi libro ha compartido vida con toda mi vida. Hay gente que se dedica únicamente a escribir, pero para mí el trabajo de construcción de personajes, de las tres tramas, y de enlazarlas ha sido difícil porque he trabajado mucho en verla y mirarla antes de empezar a escribirla, por eso he tardado tanto tiempo. He sido muy meticulosa aunque sabía que era una historia muy ambiciosa y era más fácil perderse siendo una novata y teniendo un montón de personajes secundarios, protagonistas en realidad, que tener un solo personaje central. Yo misma me he complicado la vida y por eso he necesitado mucho tiempo para desenredar tantos nudos.

- El final de la novela es algo drástico. ¿Cuando empezaste a escribir ya tenías claro cómo iba a terminar el libro?

El final y el desenlace lo tenía claro y para mí es la gran base de la novela. Otra cosa es que cuando pensaba en ello al principio lo planteé de otra manera, a lo mejor por mi estado vital ya que estaba un poco más punky, y me parecía que Lucía podía tener una respuesta más guerrera aún. El final es de una elegancia discreta pero no por eso suficientemente impactante. Yo creo que en la novela hay mucha calma general. De hecho hay un capítulo en el que dice que una habitación se llenó de calma como un vaso. He querido buscar esa calma y transmitirla porque la necesitaba, y así la he impuesto en varias partes de la novela, pero no en lo que iba a ocurrir. Quizás a mí ahora el cuerpo me pide más abrazos que empujones.

- Y esa calma la has conseguido transmitir…

Pues me alegro, porque cuando estás escribiendo tú no eres objetivo. Quieres tanto a los personajes y te gustan tanto que no tienes una versión realista. He intentado que la gente los quisiera tanto como yo y lo que más me gusta es que todo el mundo viene y me dice: “mi personaje es Aurora”. Ese era uno de mis principales objetivos. Quería crear una anciana poderosa, porque ya está bien de hacer retratos de ancianos diluidos y desvanecidos. Quería que Aurora fuese la mujer más sexy, elegante, maravillosa, rotunda, vital y sabia, y que todo a su alrededor pareciera pequeño. Mi empeño en esta novela ha sido Aurora y me alegro de que haya llegado.

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- ¿Qué supone para ti haber acabado el libro durante Supervivientes?

Terminar la novela durante Supervivientes ha sido muy raro, incluso algo friki. Imagínate estar allí con la pluma, el estilismo, la barca, los pies, las picaduras de los mosquitos… y llegar, darte una ducha y sentarte a escribir una novela ambientada en Madrid, en un ambiente urbano, mientras allí vives entre palmeras. También tenía que sacar la cabeza del mundo del reality y ponerla al otro lado. Ha sido muy sanador y creo que se han equilibrado porque por un lado sacaba toda la parte más enérgica y física de la tele, y cuando llegaba a la novela ya lo había soltado todo y en esa calma que venía después he escrito gran parte de ‘Mañana, a las seis’.

- ¿Cuál de todos los personajes tiene más de ti?

He intentado estar muy fuera de la novela y es difícil porque evidentemente todos tenemos recuerdos. En la Lucía niña es donde más me veo, y en cosas muy puntuales, pero sobre todo me veo en Aurora porque en ella veo a mi abuela y a mi madre. Me gustaría ser ella.
Hay momentos como cuando Aurora y Lucía se besan en los labios, -que es la costumbre que tienen madre e hija cuando se queda viuda su mamá-, que es una cosa que yo hacía con mi abuela, pero no tengo nada que ver con Lucía. Sí me he permitido algunos detalles o licencias de cosas muy hermosas que a mí me han pasado en la vida, pero no asociado a un personaje si no a alguna situación más concreta, y todas tienen que ver con Aurora. Le digo a mucha gente que no les he puesto cara, solo a Marisol que sin saber por qué se me parece a alguien concreto, y en Aurora a veces y no siempre sí que veo a mi abuela. A los demás no y eso es porque para mí son completamente anónimos.

- Alicia es la personalización del carpe diem y luego acaba como acaba. ¿Tú vives tu vida con este lema en mente?

Que va. Fíjate que Alicia no me convenció nunca, ni siquiera cuando te tiene que convencer. He sido siempre como una niña muy responsable aunque he hecho muchas locuras, y me alegro mucho de haberlas hecho, pero desde luego el carpe diem no es mi lema vital.

- Otro de los personajes, Gloria, es una apasionada del cosmos y supongo que algo de investigación has tenido que hacer sobre ello. ¿Crees en fuerzas sobrenaturales, energías y sonidos del universo como ella?

A mí la ciencia es algo que me apasiona y leo mucho sobre ello. Tengo un buen amigo que se llama Luis Quevedo y es el presentador de Tres14 de La 2. Llevamos muchos años trabajando juntos y siempre le cuento la de gente que hay apasionada por la ciencia y no se sabe. La historia de Gloria nace cuando hace cinco o seis años leo un artículo sobre el proyecto SETI@home que aparece en la novela y me empiezo a informar porque me parecía imposible que más allá del mundo científico hubiera gente que estuviese metida en ese proyecto. Me parece tan lírico escuchar la nada que quería meter esa parte científica porque tiene mucho que ver conmigo, y no es que yo sea una ratita de laboratorio. La ciencia es algo que siempre vemos como muy lejano y la humanizamos muy poco. Luis me decía que parece que los científicos saben tanto que no se puede hablar con ellos y nos producen lejanía. Yo quería que la parte más hermosa y emocional estuviera ahí con un proyecto puramente científico y darse cuenta de que eso también puede tener connotaciones del alma y del corazón como pasa con Gloria.

- Sabiendo la historia y lo que significa, ¿desearías estar mañana, a las seis?

No. Y te digo más, si yo estuviera mañana, a las seis, no estaría en la segunda cita. Creo que tendría tiempo de reacción y cabeza para reaccionar, aunque nunca se sabe, la vida te da muchas vueltas y nunca digas nunca porque te estarás equivocando. Desde luego, meterme hasta el fondo como se mete Lucía sin pensar y prácticamente sin reaccionar creo que no, pero nadie esta libre de perder la cabeza, el alma, el corazón y todo.

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- En menos de un mes con el libro a la venta llegaste a la tercera edición. ¿Cómo se digiere todo ese éxito en una primera novela?

Yo es que soy muy paciente y muy prudente. Ha tenido un arranque muy potente y estoy muy sorprendida, pero vamos a ver si esa es la tónica de la novela. Ya sé que puede parecer que no lo digo de corazón, pero para mí lo importante es que tú me digas que has sentido cosas, o que te ha gustado algo de la novela.
El otro día me decía una amiga que le encantaba eso de “un tío que camina por la calle con una canción indie tras de sí”, y que haya gente que se quede con una frase que tú has escrito me parece increíble. Si se venden muchos libros me alegrará, pero solo si llegan.  Para mí el éxito de la novela es que se produzca una comunicación de alma a alma.

- Esa es una de las claves de alguien que ama lo que hace…

Tengo mucha suerte porque esto es algo que he podido elegir y he podido publicar, con toda la gente que hay que escribe mejor que yo y no tiene esa oportunidad. Yo tengo oportunidades que mucha gente no tiene. Con la tele viajo, voy a sitios increíbles, transmito felicidad, entretenimiento… Con la literatura puedo transmitir lo que quiera porque tampoco me exigen nada y lo único que puedo hacer es estar dando palmas todo el día. Levantarme y pensar en la suerte que tengo y en que soy una privilegiada.

- Tu anterior libro ‘Cambio príncipe por lobo feroz’ y este están muy relacionados con las mujeres y con mensajes claros. ¿Te consideras feminista?

Creo en la conquista de los derechos femeninos. Vivo en un entorno donde hay igualdad, equilibro, respeto y cariño por el otro sexo, pero que vea y viva en ese mundo no significa que eso sea así, ni que sea algo general. No me estoy yendo muy lejos porque tampoco te estoy hablando de países en los que se menoscaban los derechos de la mujer cada día, o en los que la mujer todavía no tiene libertades fundamentales. Creo que es una pelea y una lucha que tiene que seguir activa porque queda tanto por hacer… Hay que hacer un ejercicio de responsabilidad en el entorno en el que esos derechos se han conseguido y mantenerlos y no vivirlos como un enfrentamiento si no como todo lo contrario, como algo lógico y natural que es lo que es. Vivirlo así y fomentarlo así porque es como debió ser siempre. Además hay que tener la responsabilidad de no olvidar que hay lugares donde no es así todavía.

- ¿Te costó más escribir el primero que no es novela o este nuevo?

‘Cambio príncipe por lobo feroz’ fue un libro más de encargo. Querían un chick lit para mujeres ensalzando a la mujer moderna y yo les dije que si querían eso no era la persona que tenía que escribirlo porque iba a destrozar a la superwoman que va al mercado con el pelo ideal, el niño divino y simpática todo el día, porque esa mujer no existe, y les pareció bien. He tenido libertad en las dos y creo que en ambas se me ha visto en dos etapas de mi vida, por eso también el tono es otro. Hay años de diferencia. La primera es más cañera, sarcástica y punky, pero nos vamos endulzando.

- Y después de todo el éxito que está teniendo ‘Mañana, a las seis’, ¿piensas ya en una segunda novela?

No. Quiero disfrutar de este y he cometido el error de poner todo aquí. Tengo que digerir este libro y pensar si tengo alguna historia que contar, porque me pesa mucho todavía la novela. Para mí es muy nueva y no me sale pensar en otra cosa. Sí que es verdad que ahora que no estoy escribiendo hay días que me levanto y lo echo de menos.

- Cada vez sois más los que trabajando en televisión os animáis a escribir. ¿Hay prejuicios sobre vosotros?

No sé cuándo han pensado mis compañeros en publicar novela porque no me sé los datos y tampoco creo que eso sea fundamental, pero lo mío es algo que he soñado siempre y que ha llegado ahora porque era el momento. Siempre digo que nosotros contamos con una ventaja increíble porque la gente nos conoce y hay quien compra nuestros libros por cariño o porque les gustan nuestros programas de televisión. No reconocer esa ventaja sería mentir sobre una realidad. Sé que existen esos prejuicios y me parece normal, pero luego los libros se examinan y lo que sí creo es que nosotros patinamos una vez, porque con la lupa con la que se nos mira, si nuestro primer trabajo no cumple con las expectativas para el segundo no tenemos esa oportunidad.

- Y habrá quien piense que trabajar en programas como Supervivientes o Acorralados te quita credibilidad como escritora…

Yo no lo pienso. Lo importante es hacer nuestro trabajo con honestidad, ser claro y natural. Aprendo muchísimo en mis programas, muchas cosas importantes sobre mi profesión pero también sobre el ser humano. He encontrado a grandes amigos y gente que me ha enseñado mucho. No desmerezco ninguna de las experiencias que he vivido porque seguramente no podría escribir así si no hubiera vivido lo otro y al revés, no podría presentar así si no escribiera cuando llego a casa. Vivimos en un mundo complejo y no puedo plantearme ni mi vida ni la de los demás en un sentido tan lineal. Entiendo la vida como algo mucho más rico que eso.

- Y que quien quiera criticar que por lo menos conozca el trabajo que se hace

En el caso de la literatura, como en el caso de la televisión, siempre digo lo mismo: respeto profundamente las elecciones de cada uno. Lo bueno es que podemos elegir. ¿No quiero ver el programa? no pongo la tele. ¿No quiero leer el libro? no lo compro. Esto se elige y yo no te estoy obligando a caminar por la calle con una banda sonora.

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- No hace ni dos meses que terminó la última edición de Supervivientes. ¿Estás trabajando en algún proyecto televisivo próximo?

No. Lo digo todo el rato porque me gustaría trabajar en otoño. No me gustaría perder el pulso porque cuando estás presentado en algo tan grande como Supervivientes, que te pone en un punto como de entrenamiento, el cuerpo te pide más. Cuando estás contenta, te lo pasas bien y te ves con ganas quieres seguir trabajando. Ahora mismo no tengo nada concreto.

- Dista mucho presentar un informativo a hacer programas de entretenimiento. ¿En cuál disfrutas más trabajando?

A mí me gusta comunicar. Una cosa es comunicar información y otra cosa es comunicar emociones, que para mí es la comunicación casi táctil. Es como si pudieras tocar a la gente en su casa, y eso engancha mucho. Yo soy periodista y no me separo de la información, porque forma parte de mi vida y creo en la necesidad del derecho a la información, pero entretener es muy agradecido y bonito. Cuando me cuentan anécdotas de lo que se ríe y divierte la gente en su casa viendo las galas de Supervivientes, con los juegos de recompensa, los de líder… me hace muchísima ilusión porque me los imagino en el sofá de casa muertos de la risa y participar en eso a mí me encanta. Al final los informativos cumplen con un derecho fundamental y es algo que jamás perderé y siempre formaré parte de ello, pero me gusta tanto poder entretener como informar.

- Leí en una entrevista que decías que habías perdido la ilusión en la información tras haber vivido ciertas cosas personales. ¿Cómo lleva esto una persona que se dedica a ello?

Ya te estarás dando cuenta de que nunca soy tan taxativa. Sí es verdad que he dicho que en momentos he perdido la fe y he sido incapaz de abrir la prensa y sentir que me creo lo que se publica. Me creo una noticia internacional, por supuesto, pero entramos en otros terrenos y me cuesta mucho creer todo lo que se base en el rumor. Creo que hay una falta de responsabilidad en cuanto al contraste de la información, y no digo todo el mundo, ni en todos los casos, ni todo el tiempo. La información es un bien muy sensible y nosotros ahora tenemos más información inmediata que nunca, pero hay que tener cuidado con cuánto es información y cuánto no lo es. No solo vale lo que vende, tiene que valer la verdad.

- De todo lo que has vivido en televisión, ¿cuál ha sido tu mejor momento?

En mi carrera profesional hay dos momentos importantísimos. Uno fue el arranque de ‘Pekín Express’, que por cierto no lo hice muy bien, pero a mí me hizo mucha ilusión, y el otro es el primer saludo con Jorge Javier Vázquez en Supervivientes a punto de vivir lo que íbamos a vivir. Nunca olvidaré ese momento. Cómo escuchaba la sintonía con los cascos desde el helicóptero, cómo iba escuchando la cabecera y de repente le oí a él y pensé: estamos en directo con España. Aquí y ahora. No puedo elegir porque en ambos empezaban dos viajes que me iban a cambiar la vida.

- ¿Cuál es el tipo de programa que te gustaría hacer y que aún no has tenido la oportunidad?

Creo que todos los periodistas y todos los comunicadores queremos entrevistar. También porque es el género más difícil e incontrolable. Soy muy amiga de Iñaki Gabilondo y siempre le digo: si yo pudiera hacer la mitad de la mitad en una entrevista de lo que haces tú… Eso es un sueño y tampoco sé si estaría a la altura.

- Creo que has demostrado ya bastante profesionalidad en los programas en los que has trabajado…

No. Porque no lo hacemos todo bien y eso lo defiendo mucho. He hecho muchos programas de televisión y en unos lo he hecho mejor y en otros lo he hecho peor. Está bien saber que no hacemos todo bien. Muchos me dicen que donde mejor estoy es en la aventura al aire libre y es verdad que en ese medio me muevo bien y que un plató es un lugar en el que igual no le cojo tanto la medida como otros presentadores. Y no pasa nada, lo que pasa es que tendré que retirarme antes (risas).

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- La mayoría de programas que has hecho para Mediaset están muy ligados a esa «aventura». ¿Participarías  en alguno de ellos?

¿Con lo que sufren? No conozco a ningún concursante que no se alegre de haber participado, pero yo los veo sufrir. Cuando pasan una semana sin hablar es que les toco y no responden, o vienen, me abrazan y lloran y lloran y lloran. La gente en casa eso no lo ve, pero no sé si yo pasaría por algo así, creo que no. No porque no tenga capacidad de sufrimiento si no porque creo que hay que ser de una pasta especial y yo no estoy hecha de esa pasta.

- Y hay muchos que se creen que sí lo están y luego no lo están para nada…

Bueno, los concursantes acaban sorprendiéndote siempre para bien. Cuando la gente abandona y todo el mundo dice lo decepcionante que ha sido y esa frase tan estupenda que suena tan bien en un plató de televisión de: “¿es que no saben a dónde iban?”, pues bien, la respuesta es no. Y tú tampoco. Tienes que estar allí, te tienen que soltar en esa isla, se tiene que ir el barco y te tienen que caer chuzos de punta y pasar frío durante cuarenta y ocho horas y luego si quieres hablamos de si tú sabías dónde iban, porque ellos no.

- ¿Qué es lo más duro que tú has visto pasar allí a alguien?

El hambre siempre nos impresiona mucho y es lógico que nos impresione porque yo los he visto coger espaguetis de la arena y metérselos en los bolsillos. Cuando ya llevan tres meses allí mastican en sueños, y a mí eso me impresiona y me dice mucho del nivel de sufrimiento que están viviendo.

- Para terminar cuéntame qué te hace más feliz, ¿escribir o hacer televisión?

Me hace feliz comunicar y gracias al libro he conseguido tocar a la gente desde otro lado. Es un poquito más íntimo, algo entre tú y yo. Me gustan las dos cosas y lo mejor es que se complementan, que no tapa la una a la otra. Siempre lo he dicho y siempre lo diré: no soy buena para elegir porque soy de las que necesita tener varias cosas en mi vida.

MÁS INFORMACIÓN

www.raquelsanchezsilva.com
www.planetadelibros.com
Twitter: @raqsanchezsilva

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