Entrevistamos a Santi Balmes: «Mi meta es que estos libros lleguen a gente que no sea fan de Love of lesbian»

IMG_6363 (Copiar)

Es el vocalista y compositor de uno de los grupos con más aceptación y éxito del panorama nacional, pero no solo eso: Santi Balmes publicó recientemente su tercer libro La doble vida de las hadas. Después de su éxito en ambos campos, y aprovechando el parón que está haciendo Love of lesbian, el escritor nos concede una charla en la que descubrimos de su mano la etapa profesional por la que está pasando en cuanto a los libros y la música.


TITULARES

«Quería que el lector subiera a un parque de atracciones y eso los relatos te lo ofrecen»

«Un escritor ahora compite con una nueva aplicación para el móvil o un videojuego»

«Mi meta es que estos libros lleguen a gente que no sea fan de Love of lesbian»

«Ser fan es una puerta de entrada y salida que está siempre abierta»

«A largo plazo creo que es bueno que echen de menos a Love of Lesbian»


IMG_6362 (Copiar)- Ya está en las tiendas desde hace un tiempo La doble vida de las hadas, tu último libro. ¿Qué hay de realidad y de ficción en estos relatos?

Es una mezcolanza bastante curiosa en la cual a veces algunos pasajes de realidad están tan exagerados que parecen ficción, y algunas ficciones en un momento dado pasan por cotidianidad. Está todo ensamblado de tal manera que me ha permitido hacer un libro atractivo de cara a los demás, pero que tampoco ha tenido una clara sensación de pornografía. Lo que quería era que el lector subiera a un parque de atracciones, y eso los relatos te lo ofrecen, es divertido. Para mí es muy gratificante porque es como muy intenso, pero sí que hay parte biográfica. Intento que no sea nada vulgar sino glorificarlo de tal manera que parezca casi que haya tenido una vida maravillosa.

- Este es tu tercer libro, pero el anterior es algo muy cercano a la novela, ¿qué te exigen más, los relatos o la novela?

La novela es Moby Dick. Tener la capacidad de poder mantener en vilo al lector durante tantísimas páginas y que a la vez estés haciendo algo elegante y digno de leer. Creo que, sinceramente, no lo he conseguido porque la novela ¿Por qué me comprasteis un walkie-talkie si era hijo único? en realidad es como un conjunto de relatos ensamblados. Una novela se basa en tres o cuatro mini-tramas y una gran trama, pero con mi anterior libro intenté mezclar varias ideas de relatos que tenía para convertirlos en una novela con un eje un poco lineal. No he conseguido aún hacer una novela y creo que voy a tardar mucho en hacerla. Para mí es como la gran ballena, y hasta cierto punto creo que puede estar sobrevalorada con respecto a los relatos. Los relatos siempre han dado la sensación de ser un género menor, pero pienso que la capacidad de condensar una buena idea en doce páginas es un trabajo que también exige talento. Para mí tiene la ventaja de que puedes dejarlo durante semanas y volver a recuperarlos sin la sensación angustiosa que tienes haciendo lo mismo con una novela. En mi mesita de noche tengo unas doce novelas pendientes de acabar de leer porque quizás haya habido un momento en el que no me han enganchado, y pueden llegar a ser grandes títulos, pero no he encontrado el momento.

Para la vida moderna, la sensación que puedes tener de empezar algo y acabarlo, como un relato, es menos angustiosa y hace que hasta cierto punto tengas más ganas de continuar y se te haga más ameno. Además, a mí a veces me produce bastante frustración la lectura de grandes clásicos, y a veces no tengo esa sensación de que era tan buena la obra por el punto de mantenerla en vilo.

- Leer una novela siempre te exige una rutina de lectura que a veces cuesta sacar tiempo para alcanzar…

El otro día estaba pensando que el mundo literario no tiene que estar luchando contra el propio mundo literario. Es decir, un escritor no compite contra otro escritor, pero ahora compite con una nueva aplicación para el móvil, o con un nuevo videojuego de la PlayStation o con esa serie increíble que están haciendo en la FOX. Estamos en un mundo que está pillando una intensidad tan grande que cuando haces el acto de leer una novela tienes que hacer un reset mental para poder adaptarte a una velocidad que ya pertenece casi al siglo pasado.

- Sin embargo, es curioso porque los tres libros que tienes publicados son géneros totalmente diferentes entre sí. ¿Qué será lo próximo a lo que te gustaría enfrentarte como escritor?

Me gustaría enfrentarme a la novela, pero voy demorando el proceso. Sí que estoy escribiendo una, pero creo que, volviendo a la imagen del pescador, me siento en medio del mar pillando peces espada sin perder de vista el objetivo, que es la gran ballena. Estoy cerca, pero mientras voy escribiendo otras cosas. Sí que hay una novela pendiente, pero también hay más libros de relatos, la segunda parte de ¿Por qué me comprasteis un walkie-talkie si era hijo único? y más cosas. Me da mucha angustia pensar que necesitaría el doble de vida para escribir todo lo que quiero escribir.

- Y, precisamente al ser tres géneros diferentes, ¿con cuál te has sentido más cómodo a la hora de escribir?

Con el relato, sin lugar a dudas. Lo domino porque también tiene mucha relación con el mundo de la música, con el poder condensar una idea en unos minutos. Quieras o no, haber hecho discos anteriormente y seguir esa dinámica te da una gimnasia mental para saber muy bien los timings y cuándo tiene que haber un estribillo o cómo tiene que languidecer un relato y acabar. La novela pertenece más al compositor clásico, porque escribir novela no tiene un punto anacrónico.

- Sin duda la música es lo que más popularidad te ha dado, pero has escrito desde siempre. Ahora que publicas libros, ¿te tomas la escritura como un oficio o como un hobbie?

A mí me gusta mucho el tema de escribir. El trabajo de una novela pasa por cuatro personas máximo en un momento dado, tiene la contrapartida de que es un trabajo muy solitario y muy cabrón porque no puedes ir chequeando el relato con apenas nadie. En este caso, desde la editorial sí que te echan una mano, pero es una travesía en el desierto y con tu propia mochila.

Sé que en un momento dado si quiero hacer un relato simplemente me tengo que poner delante de un ordenador y solo me necesito a mí mismo. El otro día estaba leyendo que el orgasmo de las masturbaciones es como más intenso; desmitificaban completamente el tema de hacer el amor. Yo estoy contento porque puedo beneficiarme de los dos campos. Compartir ideas con los demás es algo maravilloso, pero hay momentos en los que te tienes que tragar el ego y tus opiniones porque ves que los demás no te siguen y al igual tienen razón. La música tiene un punto mucho más directo y más emocional, creo que es mucho más difícil hacer una buena canción, y cuando te digo una buena canción me refiero a un clásico, a un buen relato.

- En una canción tienes mucho menos tiempo para convencer a alguien de que lo que haces merece la pena ser visto o escuchado.

Correcto. En el mundo de la música pop en realidad estás mezclando diversas disciplinas, es parte de escritura y parte de música, hay como una especie de cópula en cuanto a lo que es parte lírica y parte musical en la cual la lírica puede desaparecer en pro de la melodía porque quizás con una palabra que digas en un estribillo, depende de cómo venga enfatizada con la melodía y los acordes, ya lo tienes todo y dejas mucho que pensar o que sentir al oyente. Me hace mucha gracia que se diga que el poeta ha perdido fuerza o vigencia generacional, porque quizás el poeta cuando vio cómo funcionaban las cosas se pasó a la música pop. Un Leonard Cohen, un Morrison o un Lou Reed lo vieron claro y pensaron que, como mínimo, iban a follar más (risas).

- Ahora que también comentábamos que la novela te exige más, ¿tú tienes alguna disciplina a la hora de escribir?

Mi gran problema es ese, y son dos problemas que atribuyo a este siglo y a esta época. El primero es la dispersión absoluta en la cual tu tiempo no es del todo tuyo, y más en mi profesión, en la que me levanto un lunes por la mañana sin nada en la agenda y con dos llamadas la tengo liada para toda la semana. Entonces tengo que intentar navegar en un mundo carente absolutamente de disciplina porque las propias circunstancias del grupo no me lo permiten; tengo estar constantemente buscando huecos, es muy difícil. El segundo es el postergar. Nos hemos convertido en unos grandes especialistas en postergar y es una lucha contra ti mismo en realidad. Yo no tengo un punto medio, porque me gusta trabajar de una manera inmersa y alocada en la cual pierdo el mundo de vista cuando estoy escribiendo y casi me absorbe la pantalla o una guitarra, y de repente paso a no hacer nada. Es como una parálisis cerebral en la que me quedo mirando a un árbol en un estado meditativo fantástico. Para mí el estado ideal sería no hacer absolutamente nada, pero no tengo el dinero suficiente, por lo cual me quedan unos cuantos libros por publicar.

IMG_6361 (Copiar)

- Hablando del proceso de creación de una obra, ¿en qué se diferencia tu forma de escribir para un libro con tu forma de escribir para una canción?

Generalmente, cuando escribo música lo primero que hago es la melodía, que son como una serie de fonemas que podrían significar cualquier cosa. Curiosamente, los grupos anglosajones también lo hacen. A partir de ahí tienes que hacer un análisis y una conversación contigo muy sincera en la que ves qué te despierta y hacia dónde va. Cuando compongo me vienen calles de Barcelona concretas y las asocio a la canción, o una fotografía que me indican o que me están cantando una melodía. Tienes que pensar si tienes en tu archivo de todas las cosas que has escrito durante el día algo que pueda enlazar. Escribo mucho de manera indiscriminada, y al final parezco un jardinero que está sacando tubérculos y al que de repente le sale una zanahoria o cualquier otra cosa, pero la cuestión es que creo que ya tengo el oficio suficiente como para ver qué va a servir para un relato, para un tema o para una novela.

- ¿Por qué decides que el sexo sea una de las cosas que está implícita en la mayoría de los relatos que componen La doble vida de las hadas?

Pienso que el sexo es una de las cosas que genera más neurosis en el ser humano, y no sé si es porque lo he visto todo, pero no he vivido el tema del sexo con excesiva preocupación existencial o metafísica. A mi alrededor, y según qué épocas conmigo mismo, he visto cosas que me han dado por culo y como hedonista que me considero he intentado quitarle hierro al tema del sexo como algo que sea catártico para el lector. Creo que hay cosas mucho más importantes que el sexo. Poner el sexo a la altura de algo ridículo o encontrártelo como una situación muy kafkiana me gusta, y supongo que salen ciertas manías que pueda llegar a tener, me da mucho juego. Siempre me ha dado la risa en el momento en que generacionalmente el sexo tiene tanta importancia, incluso con la relación monógama, por ejemplo. Creo que dentro de trescientos años se van a carcajear tanto de nosotros… Venimos de un mundo en el que una relación monógama estaba mucho más asentada a un tiempo muy limitado, era muy fácil decir hasta que la muerte os separe cuando la palmabas con treinta y dos años o te ibas a las cruzadas. Me gusta usar la filosofía Monty Phyton, que se ríen hasta de su sombra.

- Con el grupo habéis alcanzado ya muchas metas, pero con la literatura ¿cuál es tu meta a día de hoy?

Mi meta a día de hoy es que estos libros lleguen a gente que no sean fans de Love of lesbian. Eso es precisamente lo que pasó con el cuento Yo mataré monstruos por ti. Ese libro ha transcendido bastante y eso me gusta mucho. Ahora se traduce al inglés y sale en Estados Unidos, en Italia también, y eso es algo que «engorila» a cualquiera. Es un libro que, aparte de para niños, se está utilizando para gente con fobia social y ha transcendido mucho más de lo que es un libro infantil. Puede quedar muy pedante, pero al fin y al cabo todo lo que cualquier pimpollo que esté metido en esto quiere, de alguna manera, es trascender, y por eso parece que a veces en este país tienes que pedir perdón cuando las cosas te van bien. Si te va bien en dos cosas imagínate, eres el hijo de la bestia.

- ¿Qué industria está más dañada en España, la de la música o la de la literatura?

Creo que ahora mismo está mucho más dañado el mundo de la música. La música es como un toro al cual le han ido metiendo banderillas pero sigue ahí, mientras que el mundo de la literatura no ha tenido ningún tipo de herida hasta hace muy poco, pero probablemente la herida que se le puede llegar a hacer si no vamos con cuidado es mortal. El mundo de la música siempre dicen que va a desaparecer, pero cuenta con una ventaja que son los directos. Puedes bajarte cualquier disco, pero si realmente te gusta el artista al final quieres verlo en directo. Cada vez que veo un libro anunciado en PDF me saltan todo tipo de alarmas, y el libro electrónico no lo acabo de ver claro.

- Ocho discos con el grupo y más de dieciocho años de carrera ya, ¿qué piensas cuando te paras a hacer balance de todo lo que habéis conseguido?

Lo más curioso de todo esto es cuando la música trasciende. A veces te enteras de que hay gente que ha entrado en un aparato de quimioterapia o de radioterapia escuchando tu música para ayudarles, incluso hay un chico que pidió escuchar una canción de Love of lesbian antes de morir. Haber estado presente en muchos momentos y situaciones importantes de la gente sin saberlo es abrumador. El tema del éxito nosotros lo vemos con cierto escepticismo, porque somos conscientes de que los gustos de todo el mundo son veleidosos. Ser fan es una puerta de entrada y salida que está siempre abierta. La sensación que tienes después de tanta carrera es que has logrado cosas muy bonitas y canciones de las cuales estoy muy orgulloso de haber hecho junto a mis compis, y la pregunta es: ¿qué nos queda por hacer? Me lo pregunto ahora que estamos preparando nuevo trabajo. En el mundo del compositor hacer una buena canción le arregla toda la semana; es muy inestable anímicamente porque particularmente no vives de tus grandes éxitos, te estás poniendo a prueba continuamente, con lo cual todo lo que has hecho, si llevas una mala época, no te sirve de nada. No hemos sido una banda con cambios en su formación; me da la sensación de que somos compañeros de haber ido a las Cruzadas o a la guerra. Hay sentimiento de lealtad y casi hasta una orden caballeresca preciosa en una época tan individualista como esta.

- Has hecho un montón de colaboraciones con gente con Iván Ferreiro, Zahara, Amaral, ahora con Carlos Sadness… ¿cuál de todos estos compañeros con los que has trabajado te ha enseñado más?

Tendría que hacer un análisis bastante calmado de lo que me acabas de preguntar porque evidentemente todos me han aportado. Hay un cierto aroma a survivor en una persona tan polémica como Loquillo que siempre me ha fascinado en él; esa capacidad de sobrevivir en un mundo que se le ha girado y a veces incluso ha sido un poco hostil a nivel mediático, pero creó un personaje con tanta fuerza que para mí es digno de estudio. Independientemente de las personas con las que yo pueda haber hecho una colaboración, Iván Ferreiro para mí es una persona de la que siempre que quedo con él aprendo algo. A pesar de llevarnos poco tiempo, él lo ha vivido todo con aquella banda que le fue muy bien, -y que ahora se ha convertido en un referente muy curioso que no acabó de cuajar porque posiblemente estaban adelantados a la época-, luego con su carrera en solitario… Es una persona que tiene un discurso basado en la experiencia y una seguridad en sí mismo verdaderamente acojonante. Yo no tengo las cosas tan claras como él, y esa es una de las cosas que me fascina de Iván.

IMG_6360 (Copiar)- Me sorprende que como cantante hayas llegado a decir que no te gusta tu voz, ¿cómo alguien se convierte en el vocalista de un grupo referente sin gustarle su voz?

No había nadie que cantara. Estuve tocando en varias bandas antes de Love of lesbian en las que estaban otros cantantes que cantaban las canciones que componía yo. Tenían mejor voz, pero al final de alguna manera no funcionaba y no funcionaba en el sentido de que generalmente es mucho mejor que cante el que compone el tema. Sé que tengo una voz personal y que es bastante identificable, pero a mí me ha frustrado. Tengo un margen de notas muy escaso en los cuales tengo que espabilarme e intentar ser original, pero como voz no me considero un privilegiado, lo que pasa es que al final los propios defectos te configuran una personalidad que hace que sean virtudes. Lo que no soporto es la escuela de Operación Triunfo. Sí que entiendo que tiene que haber una técnica para el canto, pero los cantantes prefabricados no me gustan. Puedo llegar a pensar que tal persona que salió de Operación Triunfo ha hecho un determinado tema para un musical y por ejemplo está haciendo No llores por mí, Argentina, la está clavando y eso lo puedo llegar a valorar, pero no es ni mucho menos lo que más valoro.

- Después de tantos años de intenso trabajo con el grupo ahora habéis decidido hacer un parón. ¿Cómo estás viviendo esta etapa?

Nos vamos enviando cosas por correo electrónico. Estoy trabajando en bases del Garage Band de mi Mac y lo voy enviando de una manera muy rudimentaria solo para que haya un feedback. Luego Julián igual me devuelve la misma canción con una guitarra o algo añadido, pero es que hasta ahora no teníamos lugar donde tocar en condiciones porque nuestro local de ensayos se había convertido en un hangar donde dejar las cosas, y ahora por fin el otro día llegó al grupo un WhatsApp con una foto del local ordenado por primera vez, no me lo podía creer. Entonces ahora ya toca ir allí. Nunca tiene que dejar de ser un sitio donde vas a jugar.

- ¿Entonces hasta qué punto es real el parón que os estáis tomando?

Pues en enero cada uno se fue de viaje. Yo me fui a Roma y luego empezó el disco de Mi Capitán, en el cual está metido nuestro guitarrista Julián y están haciendo conciertos durante este tiempo. Otro se está haciendo una casa él mismo. Se ha auto-contratado y lo está haciendo todo él, está loco… En realidad, tardamos cuatro días en empezar a mandarnos WhatsApps. Somos colegas, no es una cosa impostada. Nosotros llegamos a un pacto en el que íbamos a estar un año sin trabajar, tuvo que ser una decisión tomada por muchas personas y ver cuánto teníamos ahorrado porque claro que trabajaremos, pero ingresos poco. Era duro porque cada uno estaba metido en sus movidas, pero ha habido esa conclusión global en la que quizás alguno no necesitaba hacer el parón pero el ente en global sí que lo necesitaba. La marca necesitaba hacerse a un lado en beneficio de poder arrancar, y a largo plazo creo que es bueno que nos echen de menos.

- Claro, esa es una de las cosas con las que hay que jugar cuando dependes de un público…

Sí. Por ejemplo Franz Ferdinand no tiene esa necesidad, pero claro, porque no solo tocan en Inglaterra. En Escocia los pueden echar de menos, pero porque entonces estarán tocando en Pekín y al día siguiente en Sidney, por ejemplo. Con toda la vuelta que hacen al Planeta, cuando vuelven a su país natal igual ha pasado un año y medio o dos. Nosotros nos hemos visto tocando en un festival en Valladolid y al cabo de los meses estábamos tocando otra vez allí, con lo cual tienes que ser mucho más cauto.

- Ya para ir acabando, cuéntame, ¿cuál es el próximo objetivo al que quieres enfrentarte con los libros?

Me gustaría hacer un cuento para mayores. Luego viene el disco de Love of lesbian, y después sí que ya toca la Moby Dick. Supongo que a medida que pasa el tiempo te tienes que plantear un poco los timings. La vida también tiene un ritmo y lo tienes que saber gestionar y detectar, porque de repente das con ese dibujante que puede darle forma a cada capítulo y toca surfear.

- Ahora que me dices lo del dibujante, en tus otros libros hay ilustraciones. Es curioso, porque una novela no suele estar acompañada por ellos, sin embargo parece que en los relatos tienen más cabida y esta vez no lo has hecho, ¿por qué?

Esta vez hemos apostado simplemente por el tema de las páginas en blanco y negro. El problema que tenía es que hubiera aumentado las páginas de tal manera que se hubiera encarecido el producto, y lo que tenía claro es que no quería que pasase de los veinte euros. Con el tema de las ilustraciones tienes que tener cuidado, porque cuando introduces una de ellas en los relatos estás condicionando al lector a ponerle una cara y redirigir una mirada. Quería que la gente pusiera esta vez su propia cara.

Mario Temiño

Nacido en Madrid. Parte creadora. Entrevisto y escribo sobre libros en YourWay Magazine. Cine. Televisión. Técnico en producción audiovisual y aficionado a escribir y leer en mis ratos libres.

¿Algo que añadir? ¡Déjanos un comentario!

DESTACADOS

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Top