Descarados «es un juego de palabras, o varios juegos en una sola palabra, un juego en sí misma, resumiendo«. La obra estará en en Teatro Fernán Gómez hasta el 2 de junio.
Una arriesgada apuesta por la crítica a la esfera más alta de todas desde el humor sin rodeos, a las claras. Con toda la claridad que le han faltado siempre a las situaciones a la que se hace referencia. Una serie de acontecimientos rocambolescos que, conociendo los antecedentes, parecen hasta verosímiles y que en el fondo dan un poquito de vergüenza ajena.
Dardos envenenados cargados de actualidad directos a las posaderas del sistema, o lo que debería ser su asiento, cuestionando el uso que la sociedad y los que gozan de privilegios hacen de él. Sacando del cajón algún que otro tópico, eso sí, y quizás estirando un poco más de la cuenta la parte de las escuchas, actores y decorados nos presentan un plan que parecía perfecto al inicio, como casi todos los planes, pero que termina beneficiando a los que tienen la sartén por el mango, como en casi todos los casos.
Esos actores y esos decorados sencillos, pero útiles, se funden en un ente único, en sentido literal y figurado, para contar la historia con ciertos guiños al público conscientes de que también es testigo de lo que allí está pasando.
Buen trabajo de todos los actores en general. El ajetreo de la obra no permite a unos actores secundarios destacar sobre otros y aunque los protagonistas son los personajes desdoblados de Juan Gea, la que se lleva la corona es Lola Moltó («Rosa»). La entonación, las pausas, los gestos me recuerdan mucho a esa generación de actrices que tenemos el lujo de tener en cartel y que son un seguro para cualquier obra, al menos a la vista del espectador.
Lo que me descuadró para una obra tan dinámica, divertida y con tanto enredo fue el final, demasiado serio con un mensaje que no terminó de calar. Me temo que podría ser un fiel reflejo de la realidad. Cuando se acaba el tiempo para la broma y hay que ponerse serios, la cosa deja de tener gracia y hacemos oídos sordos. Podría ser un fiel reflejo por eso y porque, por lo que sea, hay algunos que siempre se van de rositas aprovechando lo coja que hemos dejado a la justicia entre unos y otros.
ENTRADAS PARA ‘DESCARADOS’ EN EL TEATRO FERNÁN GÓMEZ
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