Se esperaba un éxito, un revuelo de masas congregadas en torno a unos tópicos desgastados pero exitosos que tenían la fórmula perfecta para vencer. Y lo hizo. Lo que parecía un desdichado viaje a Sevilla se convirtió en una pesadilla de incómodos encuentros salpicados por un humor llano pero efectivo. Iñaki se fue ‘Allí Abajo’ y la audiencia «allí arriba».
Tratar de converger dos humores tan dispares como el vasco y el andaluz es a priori una ardua tarea, no obstante, como ya se pudo ver con el fenómeno cinematográfico del pasado año, las diferencias culturales entre unos y otros enganchan al público. El frío señorito vasco con camisa de cuadros y un «cagüen sos»/ » hostia» siempre en la boca, mezclado con la graciosa andaluza «echá pa’ lante», son un tándem que bien tratado desde la comedia es infalible. Más aún si la trama amorosa entre ambos es evidente. En definitiva, que si el llamado «fish out water» típico del género es un recurrente de éxito, una relación sentimental vasco-andaluza remata los audímetros.
‘Allí abajo’ cuenta con muchos ingredientes para ser la comedia del año, y Antena 3 lo sabía desde el primer momento. De ahí el mimo y cariño con el que ha tratado su ficción, con una amplia promoción de efecto inmediato. Esto, sumado a una perfecta María León que hace las delicias de cualquier espectador, gracias en parte a su carisma interpretativo frente a la cámara, y al regreso del humor de la cuadrilla más famosa de ETB a la pequeña pantalla, proporcionan risas aseguradas en el espectador. En definitiva, el objetivo deseado. Pero, ¿a qué precio?
En diferentes entrevistas y promociones de ‘Allí Abajo’, el equipo de la serie ha repetido innumerables veces que van a demoler los tópicos mostrando la similitud entre ambas partes. Se pretende enseñar la cultura del norte y del sur, subordinando la trama amorosa (que, es evidente, no van a conseguir). El fin en sí es bueno, el problema deriva en el propio trato de la comedia. Y es que, tal como se ha mostrado durante muchos años en ‘Vaya Semanita’ (guionistas de ‘Allí Abajo’), la exageración de los rasgos es casi imprescindible para producir la carcajada. Ahí está el fallo, en la excesiva exageración.
Ni todo es blanco, ni todo es negro; ni todos los andaluces son como Carmen, ni todos los vascos son como Iñaki. En consecuencia, ¿de qué ‘cultura’ estamos hablando? Esto, que parece un evidente, no lo es tanto cuando se traspasan las fronteras de la ficción. Las redes sociales dieron su veredicto mientras el primer capítulo se estaba emitiendo. O encantaba o se odiaba. Porque en este tipo de productos no hay nada intermedio. Cada uno lo ve desde su punto geográfico y un lugar neutro entre ambos puede derivar hacia un menor reconocimiento del humor (o distinto, simplemente). Pero nunca será lo mismo.
La historia es sencilla, típica, efectiva. Muy desarrollada desde la perspectiva vasca, eso sí, pero los guionistas son como son. Los actores proceden tradicionalmente del género, algo que siempre es de agradecer; y, además, nativos de la zona. En definitiva, un conjunto de ingredientes que, aupados por ‘Ocho apellidos vascos’ (digan lo que digan), han desembocado en un 27’3% de share suficientes para liderar con diferencia una de las noches más difíciles en lo que llevamos de año. Antena 3 parece haber dado con la tecla perfecta para recuperar su género maldito, pero como tal nada es concluyente; y, en definitiva, todo lo que sube, al final, tiene que bajar.
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