Jóvenes, ingenuos, soñadores, habladores, tímidos, cantantes. Como en cada grupo de amigos, cada perfil es un mundo dentro de un universo global que todo lo envuelve. Con los concursantes de la primera edición de Operación Triunfo sucede lo mismo. Tal vez ya no sean los mismos niños que entraron en una academia televisiva, ni tampoco hayan desarrollado su carrera profesional hacia el mismo camino, pero una vez juntos, como antes, como en el inicio, esas pequeñas diferencias surgidas por el paso del tiempo se reducen a anécdotas sumisas ante una única voz: la música.
«Estamos hoy reunidos cantando esta canción», decía en su inicio el himno del programa que marcó un antes y un después en la historia de los talent shows en España. Y así, sentados frente al piano de Manu Guix, y con Noemí Galera como directora de orquesta —cómo no, repartiendo canciones—, los 16 participantes de OT1 se volvieron a ver las caras para compartir, para recordar y para disfrutar de los temas que un día les hicieron triunfar en televisión.
En esta ocasión, y a diferencia del concierto que se celebrará este 31 de octubre en el Palau Sant Jordi de Barcelona, no faltó ninguno a la primera de las tres citas con las que TVE ha decidido ocupar la noche de los domingos en televisión. Son tres especiales con los que, a modo documental, se pretende volver al pasado para recordar con los protagonistas cómo vivieron el fenómeno OT. Una época que, a juzgar por las declaraciones de sus protagonistas, fue vista desde muy distintos puntos de vista.
Algunos como Chenoa decidieron apostar al caballo ganador y abandonar sus dos trabajos aún sin conocer si entraría dentro de la academia o no. Otros, como Alejandro, vieron desde dentro que ese no era el lugar donde poder sacar lo mejor de sí mismo; e incluso otras, como Geno, descubrieron en la academia, no sin mucho sufrimiento, una nueva vocación: la docencia.
Los hay de todos los gustos y variantes. Al fin y al cabo los 16 procedían de una madre y un origen distinto: desde Andalucía hasta Cataluña, desde Baleares hasta Canarias. Pero una vez bajaron las escaleras a una habitación oscura que con sólo una mesa y un papel blanco les certificó como concursantes de Operación Triunfo, los kilómetros se disiparon y comenzaron a vivir una experiencia única.
«Ahora podemos caminar por la calle», comentaba Rosa en los primeros minutos del documental, recordando que a su salida de la academia la gente les perseguía para hacerse fotos y pedirles autógrafos. Fue la ganadora del talent show de TVE y en ella, además, cayó la oportunidad de representar a España en Eurovisión. Sin embargo, más allá del premio que esto supuso, para la granadina fue una responsabilidad con una gran presión mediática detrás.
Compañeros como Àlex así se lo quisieron recordar. Este catalán que marcó OT por su característico estilo de baile confesó haber estado disconforme con las canciones que le obligaron a representar. «Yo soy más de baladas», reconoció en los totales que el equipo de Nia Sanjuan grabó en su casa para la ocasión. Como él, la mayor parte de sus compañeros apuntó al repertorio como una de las causantes de su mayor o menor éxito. «Al mes y medio a David Bisbal le estaban haciendo un disco con canciones que le iban como anillo al dedo. A mí también me hubiese gustado eso», añadió Casademunt.
Y es que el almeriense fue directa o indirectamente el protagonista del capítulo. Más allá de las historias y declaraciones de amistad y compañerismo aupadas por los concursantes del talent, las redes decidieron fijarse en la actitud pasiva del que cantase aquello de Ave María, cuándo serás mía —nadie puede negar que las letras de sus primeros discos fueron para analizar y recordar en el top del pareado simplón—. «Desintegrado», «escondido» —nótese el chiste—, «desorbitado»… Twitter sentenció su postura como una falta de integración derivada de su álgida fama. Y quizás estén en lo cierto. O quizás no. Pero tal como la directora del documental, Nia Sanjuan, afirmó durante la rueda de prensa en la que se presentó el reencuentro, para ver el trasfondo de los capítulos había que observar los rostros de los participantes durante la grabación. Esos puntos y no otros serían los que harían determinar la verdadera relación entre los triunfitos.
Haciendo ese pequeño esfuerzo es donde puede observarse cómo David Bustamante es querido por el resto de sus compañeros. O Rosa, adulada por su generosidad. Cómo Javián fue algo más que un concursante recordado por ser de los primeros en abandonar la academia; o cómo Manu Tenorio no sólo se caracterizó por su sensibilidad en los tempos lentos, sino también por mantener ese don en su día a día.
Estos primeros minutos de reencuentro dieron para mucho. Bien en palabras, «exclusivas» desprendidas entrelineas sin la ya presión de aquellos inicios mediáticos, miradas, sonrisas y música. Mucha música. Porque si OT nació fue, entre otras cosas, para hacer cantar a la audiencia. Este domingo, de nuevo, como hace 15 años, el público de TVE volvió a corear aquellas melodías que un día sonaron en bucle en la cabeza de los españoles. Y ellos, como si de un grupo de antiguos compañeros de colegio que recuerdan sus anécdotas más históricas se tratase, volvieron a darle voz a aquel 2001. Bienvenidos a la máquina del tiempo, a la nostalgia de la televisión. Bienvenidos al reencuentro de Operación Triunfo.
¿Algo que añadir? ¡Déjanos un comentario!