Tamzin Townsend y David Javerbaum han adaptado la «Obra de Dios» a su imagen y semejanza y les ha quedado la obra de teatro como la obra de su protagonista, algunas cosas salieron bien y otras, simplemente, ocupan su lugar en el universo.
Un universo que Dios nos desmenuza encarnado en Mariano Peña, desde su creación a lo que parece ser su fin. No es que el Todopoderoso feche el apocalipsis en el 2017, sino que abandona el barco dejando todo en manos de la humanidad, que para el caso será lo mismo, más tarde o más temprano.
En un ambiente psicodélico, entre un reality y un talk show, con merchandising incluido, rodeado de unas luces que recuerdan al plató de «Lluvia de estrellas» en el que sólo falta Bertín Osborne diciendo aquello de «Mariano Peña hoy será Dios», el susodicho nos da una nueva versión de los 10 mandamientos, uno por uno. Demasiado estirado el hilo, en mi opinión, cada mandamiento tiene una perla, un momento de risa floja, pero demasiada paja. Al menos, esa paja se avienta más o menos rápido gracias a la capacidad de Mariano Peña de dinamizar un monólogo impracticable si el actor se tomase su tiempo para contar la historia.
Ya que se pone a reformar los mandamientos se sincera y cuenta cómo fue realmente la creación y su relación y anécdotas con medio plantel bíblico. Su vida y milagros, en resumen. Eso no es todo, un Dios un tanto bipolar responde también a las preguntas de los espectadores e incluso se permite regañarnos y vaticinar el futuro más próximo de algunos, pobrecitos de ellos, por cierto. Lo hace acompañado de sus arcángeles San Gabriel (Chema Rodríguez-Calderón) y San Miguel (Bernabé Fernández), fieles en la Biblia, aquí no monta tanto como tanto monta, digamos que San Miguel tiene una crisis existencial durante el transcurso del espectáculo.
Dios es padre y como padre se preocupa de sus hijos y hubo uno que se lo hizo pasar regular. Jesucristo se hizo hombre y su padre nos cuenta todo lo que hubo entre bambalinas desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección a los 33 años, cuando pasó lo que todos ya conocemos, perdón por el spoiler en cualquier caso. Es precisamente el resumen de la vida de Jesús hasta los 33 años lo más gracioso, cualquiera que haya ido alguna vez a misa sabrá de lo que hablo, entonación y pronunciación inconfundibles.
La religión es y será un tema controvertido, el equipo de «Obra de Dios» se arriesga y se mete en un jardín y no precisamente en el del edén. Siempre es difícil decir algo que siente bien a todos, pero cuando se trata de las creencias de cada uno es prácticamente imposible. No se la recomendaría a aquellos propensos a escandalizarse, sí a aquellos dispuestos a escuchar la versión de otros sobre algo, que nos guste o no, es cuestión de fe.
No sé si la intención de la producción es que el público salga del teatro con ánimo de plantearse o replantearse algo o intentar inducirnos a pensar qué fue antes, si el huevo o la gallina. Lo cierto es que, aprovechando el final a lo musical de Broadway, una vez que reconoce que Steve Jobs sacó más partido a su manzana que él, Dios se despide con una frase lapidaria que cae como una bomba de humo. La diría, pero me temo que hasta aquí puedo leer.
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Me apasiona que me cuenten historias desde las tablas, desde la gran pantalla o desde la caja lista. ‘Mary Poppins’ me enganchó al cine, ’10 negritos’ al teatro. Nací con una tele debajo del brazo y un lápiz en la mano izquierda. «Librívora» desde la cuna. Escribo porque no sé vivir de otra manera. Ingeniera de Telecomunicación. Madrid, Madrid, Madrid…
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