Madrid, 07:30h. Apago la alarma y la emoción que recorre mi cuerpo me traslada a las mañanas del 6 de enero cuando era una niña. En apenas dos horas y media voy a ver Madres Paralelas, la nueva película de un Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, 1949) que, con 72 años recién cumplidos, y pese a algún que otro tropiezo en su filmografía, sigue logrando que cada estreno suyo sea un acontecimiento para muchos y muchas.
Durante el trayecto a las oficinas de Sony Pictures en mi mente se agolpan las inseguridades típicas de cuando ansías mucho vivir algo y temes que no esté a la altura de las expectativas. «¿Y si no me gusta como espero?», resonaba en mi cabeza una y otra vez mientras recordaba las buenas críticas y ovaciones que llegaron hace solo unas semanas de Venecia, donde se preestrenó la película. Cuando me senté en la butaca, se apagaron las luces de la sala y se encendió la del proyector, me olvidé de un plumazo de las dudas y decidí disfrutar del viaje que me iban a proponer. Y menudo viaje, querido Pedro.
Madres Paralelas: Humanidad y dignidad como respuesta a la vergüenza
En Madres Paralelas el director manchego nos habla de la vida a través de la historia de dos mujeres que se conocen fortuitamente horas antes de dar a luz. Janis (Penélope Cruz) se ha quedado embarazada por accidente, pero afronta con madurez y ganas la maternidad; Ana (Milena Smit) también espera una hija por accidente, pero las circunstancias y su juventud le hacen sentirse desdichada ante la noticia. Ambas coinciden en el día que sus vidas cambiarán para siempre y ese lazo las unirá hasta el final.
A través de una historia de nacimientos también se habla de la muerte, en concreto de aquellas más de 114.000 vidas que terminaron sin identidad enterradas en cunetas y de cómo sus familias, décadas después, siguen sin haber podido despedir con dignidad. Una dignidad que sí está muy presente en la película, que sangra y duele con dardos de nombre y apellido que se clavan en lo más hondo de cada espectador/a. La sombra de la vergüenza hecha eterna en pantalla para que a nadie se le olvide nunca de dónde venimos y, por tanto, dónde no deberíamos volver jamás.
Pero, pese a lo que pueda parecer, Madres Paralelas no es tan seria. A lo largo del film hay pinceladas de comedia que aligeran el viaje por esta reivindicación de la Memoria Histórica y por la historia de estas dos mujeres que caminan en paralelo por la difícil travesía de afrontar que la vida te quita, te pone, te cambia y te sorprende cuando menos te lo esperas.
Almodóvar construye un relato humano, crítico y sensible a través de unos personajes cercanos e imperfectos desnudados por la cámara, que acostumbra a enfocarlos en primer plano durante todo el metraje para que sean incapaces de ocultar en sus ojos lo que a veces ocultan en sus palabras.
De las chicas Almodóvar a las mujeres Almodóvar
Estas dos mujeres que se enfrentan solas a su primera maternidad es el eje central de Madres Paralelas. A través de ellas encontramos los elementos clásicos del melodrama almodovariano, nunca exento de sorprendentes giros de guion y de escenarios de cuidada estética y colores vivos, junto a otra de las características de su cine: las llamadas chicas almodóvar, de un tiempo a esta parte más mujeres almodóvar que nunca y a las que siempre da prioridad en pantalla.
En Madres Paralelas destaca su plantel femenino —a excepción de Israel Elejalde (Magical Girl, El hombre de las mil caras)— capitaneado por una espléndida Penélope Cruz (Vicky, Cristina, Barcelona; Loving Pablo). La madrileña pone su mira en los Oscar después de ganar la Copa Volpi en Venecia con una interpretación compleja y rica en matices donde convierte en fácil lo difícil. En una cinta donde la emoción es más contenida que explícita, la actriz se entrega a un personaje cuya procesión va por dentro, pero que observamos frágil y quebradizo a través del objetivo.
No se queda atrás Milena Smit (No matarás). En su segundo papel en el cine y su debut a las órdenes del manchego interpreta a una joven que deambula por la vida en busca de su lugar en el mundo. La nominada a mejor actriz revelación en los Goya 2021 —que mereció ganar— por su papel en la cinta de David Victori se reivindica como un talento a tener en cuenta en el futuro con una interpretación sin titubeos y cargada de espontaneidad y honestidad.
Completan el reparto principal femenino una Aitana Sánchez-Gijón (Un paseo por las nubes, Yerma) cuyo personaje ejemplifica la complicada conciliación entre la vida laboral y la maternidad y una muy secundaria Rossy de Palma (3 bodas de más, Julieta) que en cada aparición brilla con luz propia.
Un viaje íntimo por las vulnerabilidades y fortalezas de las mujeres
Con todos estos mimbres, Pedro Almodóvar nos regala una necesaria lección de humanidad envuelta en un guion que, si bien es imperfecto en algunos aspectos, logra fluir durante sus dos horas, transmitiendo calor y verdad al otro lado de la pantalla y provocando que mi piel se erizara en las últimas imágenes de la película, apoyadas en la magistral música de Alberto Iglesias.
Madres Paralelas es un viaje íntimo por las vulnerabilidades y fortalezas de las mujeres. Madres, amigas, amantes… sus historias son parte de la nuestra y nosotras somos parte de la historia de España que tanto se retrata aquí y que nos define como sociedad mucho más de lo que quisiéramos. Porque tienes razón, Pedro. Ya es hora de que nos enteremos en qué país vivimos.
VALORACIÓN: 9 sobre 10 ▪ ESTRENO: 8 de octubre
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