CRÍTICA DE TEATRO | «Fariña», de Tito Asorey

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Fariña, el libro escrito por el periodista Nacho Carretero, se publicó en 2015. Casi tres años más tarde, se emitió el primer capítulo de la serie con el mismo nombre, que estuvo dirigida por Carlos Sedes y Jorge Torregrossa. Ahora, Fariña llega al escenario del Teatro Cofidis Alcázar para otorgar al público de la capital la oportunidad de adentrarse en la adaptación teatral del libro, que narra la historia del narcotráfico en Galicia en las últimas décadas del siglo pasado.

La versión teatral de Fariña, de José L. Prieto y Nacho Carretero, es una historia contada través de las voces de vecinos, jóvenes y decenas de personajes, todos ellos encarnados por Marcos Pereiro, María Vázquez, Sergio Zarraeta, Víctor Duplá, Cristina Iglesias y Xosé A. Touriñán. Bajo la dirección de Tito Asorey, el elenco conduce una obra que, en este caso, deja a un lado los nombres propios para dar voz a las madres, alcaldes, familias y a tantos otros protagonistas de lo narrado.

La obra Fariña es una sucesión de imágenes, escenas y testimonios perfectamente colocados para relatar lo sucedido desde un punto de vista distinto al ya mostrado en otros formatos. Desde los primeros minutos, el espectáculo se posiciona, se desmarca de lo ya conocido y comienza a utilizar los medios que solo puede proporcionar un escenario. Combinando la incomodidad, el humor, la reflexión, el dolor y tantas sensaciones susceptibles de ser nombradas solo por quien las experimenta, Fariña invita al público a conocer la historia, su historia, y a adentrarse en la vida de las figuras elegidas para contarla.

Estos personajes, tantos como la narración requiere, adquieren la forma física de los seis actores y actrices que conforman el elenco de la obra. Con la experiencia y soltura que otorgan meses de trabajo, los intérpretes forman un conjunto preciso, equilibrado y dinámico, al nivel del frenético ritmo que el espectáculo alcanza. Sin hacer referencias concretas, Fariña es un viaje de emociones donde se pasa de la euforia al desgarro en cuestión de minutos y esto es gracias, en parte, a su trabajo.

No obstante, quienes están sobre el escenario cuentan con el apoyo de un conjunto de medios que engrandecen lo que allí sucede. El espectáculo cuenta con música en directo, una iluminación diseñada por Laura Iturralde, un vestuario creado por Ruth D. Pereira, una escenografía de Jose Faro “Coti” y otros elementos, cada uno con su propio peso, sin los cuales la obra no sería lo que es. Todos ellos, unidos a la interpelación directa al patio de butacas y a la imposibilidad de pausar lo que sucede, convierten la versión teatral de Fariña en una opción única y muy recomendable.

Según Nacho Carretero, había dos premisas al adaptar Fariña al teatro. La primera, agarrar al público para que lo que viera esa noche se fuera con él a casa. La segunda, aprovechar aquello que solo un escenario podía aportar. A esta enumeración, el escritor añade un aviso dirigido al espectador o espectadora: “presta atención y prepárate”. No hay una mejor forma de definir Fariña. Querido espectador o espectadora: presta atención y prepárate. 

Marta Carrasco

Nacida en Madrid. De pequeña me daban miedo los teatros, ahora no salgo de ellos. Amante de las series, del cine, de la música, de los libros y de todo lo que te hacen sentir. Necesito escribir y a veces no leo lo que escribo. Deseando ver lo que la vida me va poniendo en el camino.

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