El musical Nine se estrenó en Broadway en 1982, consiguiendo cinco premios Tony, entre los que destacan el de mejor musical y el de mejor música original. Años más tarde, en 2003, volvió a Broadway y obtuvo dos premios Tony. La versión cinematográfica llegó en 2009 bajo la dirección de Rob Marshall, contando con un reparto formado por Daniel Day-Lewis, Nicole Kidman y Penélope Cruz, entre otros. Ahora, Nine llega a España a través de la producción de Showtime Producciones, dispuesto a conquistar la cartelera y hacerse un hueco entre los imprescindibles de la temporada.
Nine cuenta la historia de Guido Contini, un director de cine que no encuentra inspiración para hacer nuevas películas. A esta condición se añade una gran presión por parte de su productora, una relación con su mujer un tanto nefasta y tormentosos recuerdos que le hacen difícil concentrarse y crear un largometraje que haga olvidar al mundo sus anteriores fracasos. Esta dramática historia, que en este caso dirige Javier Adolfo, se basa en la autobiografía de Francisco Fellini, que se representó en la película 81/2.
Tengo que decir que Nine, en general, me dejó indiferente. El musical tiene cosas buenas, pero tampoco se puede decir que sea un espectáculo que quita el aliento. Aunque mejora en la segunda parte, el musical se basa en actuaciones musicales que no hacen avanzar la historia, por lo que la historia transcurre con lentitud (lo que no implica que esos números no aporten, al contrario, algunos números musicales son realmente buenos). La falta de dinamismo también se ve reflejada en la escenografía, que se mantiene casi idéntica durante toda la representación. Quizás eso es lo que más eché de menos de la función, un mayor dinamismo.
Una de las cosas que hacen que el musical crezca es su elenco. Álvaro Puertas, el actor que interpreta a Guido Contini, hace un trabajo espectacular. Guido es un hombre adulto que piensa que todo gira en torno a sí mismo (o, más bien, que todas giran en torno a sí mismo), que hace y deshace a su antojo y que se frustra cuando algo no sale como quiere. Puede que no sea una visión del todo objetiva del personaje, pero confieso que Guido no me cae bien. Sin embargo, Álvaro Puertas se convierte en el perfecto anfitrión del director y sostiene la función con una calidad y una destreza que solo pueden deberse a muchos años sobre las tablas. Para mí, lo mejor del musical.
Roko tampoco se queda atrás. La actriz, que interpreta a Luisa Contini, la esposa de Guido Contini, muestra la frustración de una mujer que está a la sombra de su marido, que se ve obligada a aguantar infidelidades y que asume un papel de acompañante que se le está empezando a quedar pequeño. Ver la evolución de Luisa Contini a través de la elegancia y la fuerza de Roko en el escenario es otra de esas cosas que hacen crecer el musical.
En España tenemos la suerte de estar viviendo una época maravillosa en lo que a musicales se refiere. Cada año asaltan la cartelera nuevas producciones de todo tipo que cuentan con una gran calidad en cada una de sus facetas. Nine ha llegado al Teatro Amaya con fuerza y, aunque en mi opinión falta dinamismo y ese brillo que impida apartar los ojos del escenario, es una propuesta diferente y arriesgada. Por último diré que el final de Nine es otro de los elementos que hacen perdonar un poco esas cosas que me parecen menos buenas del musical. Aunque Guido no me cae bien, las mujeres que en un principio están a su alrededor sí lo hacen, todas ellas. No sé si Nine es imprescindible, permítanme que lo dude, aunque creo que el público que aplaudía de pie en el Teatro Amaya podría tener otra opinión. Para gustos, los colores. En cualquier caso, siempre está bien ir a comprobarlo por uno mismo y ustedes tienen la oportunidad de hacerlo hasta el 12 de agosto en Madrid.
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