Pocos minutos pasaban de las 21h cuando las pantallas del recinto madrileño se iluminaban para dar paso al vídeo presentación de #NuestraLocuraTour, la gira que está llevando a Nil Moliner por numerosas ciudades de nuestro país e incluso con la que hace pocos días cruzaba el charco. Una voz en off e imágenes de la adolescencia del catalán adentraban a los asistentes en el inicio de una noche inolvidable llena de energía y en la que también habría momentos más íntimos. De fondo, las palabras de un Nil emocionado que agradecía el cariño de su público y en las que aseguraba que, a pesar de todo, él era «aquel niño que sigue soñando».
Las primeras notas sonaban y El despertar marcaba el pistoletazo de salida. Entre los asistentes ya podía palparse el buen rollo y también las ganas de saltar y disfrutar de todas y cada una de las canciones que Nil tenía preparadas. Entre tema y tema el artista no quiso dejar pasar la oportunidad de alternar su setlist con vídeos de su infancia en los que mostraba todo el camino que había seguido hasta llegar a convertirse en lo que es a día de hoy. «La música no es dinero ni fama, la música es una manera de vivir» afirmaba conmocionado al ver un Wizink Center rendido a sus pies.
El concierto avanzaba y todas las historias de Un secreto al que gritar tenían su hueco en el show mientras Nil recordaba sus comienzos en las pequeñas salas madrileñas y seguía sin creerse lo que estaba presenciando. Entre subidón y subidón llegaba uno de los momentos más íntimos de la noche. «Un día cantaré en el Wizink Center sin micrófono». Así de grande soñaba Nil hace años y así de seguro le transmitía a su equipo lo que un día pasaría. Ese día fue ayer y la canción con la que calló a todo el recinto fue Soldadito de hierro. Su guitarra y su voz tomaban sitio a los pies del escenario mientras que su banda abandonaba las tablas para dejar que él fuese el protagonista.
La noche avanzaba y tanto Nil como sus compañeros hacían hincapié en las ganas que tenían de sentir al público tan de cerca después de todo este tiempo. El cantante no lo dudó y se animó a bajar del escenario para juntarse con «todas las personas bonitas» que habían acudido a su cita. Dos fueron las ocasiones en las que los asistentes pudieron sentir al artista de cerca. La primera tuvo como banda sonora Mejor así y en la segunda tan solo hizo falta que su banda marcase unos ritmos para que él se perdiese en medio del Wizink.
Después de casi dos horas de puro espectáculo Madrid se despedía Bailando de un concierto lleno alegría, buen rollo y exaltación a partes iguales. Confeti, fuegos artificiales y un Nil que no quería irse del escenario ponían el broche final a una noche que estamos seguros que aún le costará asimilar.
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