Cámbiame se estrenó el pasado mes de junio para cubrir uno de los pocos huecos en los que Telecinco naufragaba. Sorprendentemente el programa funcionó, pese a que los avances auguraban un show de cambios físicos low-cost que bebía de otros formatos y no resultaba nada novedoso. Cámbiame se convirtió en la revelación del verano por ser justo eso: una tira diaria muy de andar por casa, sin grandes pretensiones, con sus defectos y sonrojantes momentos, pero fácil de digerir.
Y, aunque desde su estreno levantó la franja en la que se emite, el programa presentado por Marta Torné no ha sido ni un bombazo ni un fenómeno social de masas, ni nada por el estilo: su media de share ronda el 12-13%. Entonces, ¿por qué Telecinco ha querido estirar el chicle hasta límites insospechados?
Quizá motivados por la euforia del pequeño éxito, o porque veían en Cámbiame potencial, la versión premium del programa fue anunciada por la cadena pocas semanas después de haberse estrenado el original. Lo que en un principio parecía un invento para la aburrida parrilla estival, se convirtió (por falta de tiempo) en uno de los estrenos más anunciados de la nueva temporada, y aunque se inició con grandes datos, el hundimiento tardó poco en llegar y Cámbiame Premium fue retirado tras tres emisiones, a pesar de contar con Jorge Javier Vázquez, el presentador estrella de la cadena, como maestro de ceremonias.
Es el síndrome más común en la cadena: cuando algo funciona medianamente bien, Telecinco se empeña en explotarlo aunque carezca de sentido, como ha ocurrido con Cámbiame Premium, donde el programa perdía el carácter sencillo y directo del formato inicial y se transformaba en algo muy grande, de larga duración y bajo un halo más cercano a la cursilería que al sentimiento emotivo. Lo más espeluznante es que, incapaz de asumir el fracaso, Telecinco ha vuelto a darle una oportunidad innecesaria a un Cámbiame nocturno, copiando y pegando el programa del mediodía y llevándolo al access-prime time. La misma estructura, la misma presentadora y colaboradores, la misma duración y el mismo propósito, pero con unos índices de audiencia bastante más bajos.
Y es que parece evidente que hay programas que solo rinden para lo que han sido confeccionados, y la función de Cámbiame es la de ser un aperitivo al informativo al que no hace falta prestar mucha atención y que tampoco tiene mucha coherencia, pero que engancha por las ganas de conocer el resultado del cambio. Un cambio que podría haber evolucionado en los dos intentos de llevar el show a la noche: la cirugía estética podría haber resultado el elemento “diferente” entre Cámbiame de día y de noche. Pero ni con esas…
Polifacético, aficionado al humor y a escribir. Estudiante de publicidad. No sabe cantar, no sabe bailar, pero no se lo pierdan
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