El duelo Boris Spassky contra Bobby Fischer en Reykjavík por el campeonato del mundo de ajedrez en 1972 es uno de los momentos más recordados no sólo de la historia del ajedrez, sino de la Guerra Fría y del siglo XX. También es bien sabido que Bobby Fischer aplastó a su rival soviético en medio de un comienzo marcado por sus ridículas y extravagantes exigencias.
El caso Fischer, dirigida por Edward Zwick, se centra en los desvaríos mentales de Fischer, despreocupándose de las inexactitudes históricas o el propio juego del ajedrez. De hecho, una película en la que el ajedrez debería de ser el protagonista principal, del juego en sí apenas hay partidas. Se trata de otro film acerca de un deportista que termina logrando el éxito, con la particularidad de que el deportista en sí estaba un poco trastornado, algo que a muchos les recordará al caso de Una mente maravillosa.
Cuando se trata de ensalzar la vida de un ajedrecista y no se menciona casi al ajedrez hay un problema, y en este caso lo han solucionado presentando al rival como un villano, y como una estrella del rock, pues su aparición con gafas de sol desmerece mucho la figura de lo que representó Spassky.
Tobey Maguire, quien interpreta a Fischer, no consigue dotar a su personaje de toda esa soberbia y locura por los estados de paranoia que atacaban a Fischer, volviéndolo un personaje poco llamativo y no llegando a ser lo interesante que fue. Además, Edward Zwick lo aborda de manera superficial, centrándose solo en la famosa partida de ajedrez como mero espectáculo y en los delirios de su personaje, pasando de largo en ahondar a detalle en la deteriorada mente de Fischer.
A pesar de esto, la película tiene el dinamismo necesario para justamente contar una historia en el contexto de la Guerra Fría. Nos muestra un lado de la historia americana con su máximo exponente en los juegos de ajedrez. En resumen, un biopic que se centra en lo que quiere mostrar, una partida del juego, pero que tiene más historia detrás, una historia incómoda para los Estados Unidos.
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