Creo que no descubro nada si digo que la vida sigue sus propios derroteros, no los que la sociedad nos tenía marcados, ni siquiera los que nos marcamos nosotros mismos. Todos deberíamos tener el derecho de descubrir qué nos tiene preparado, sea lo que sea, como hizo aquel muchacho de Easington.
El musical sobre la historia de Billy Elliot llega a Madrid arropado por el beneplácito de la crítica tras su paso por Londres y Nueva York y, después de haber disfrutado de él, dudo mucho que la opinión del público del Nuevo Teatro Alcalá sea distinta. Me huelo que va a ser lo que se dice «un pelotazo» por méritos propios. No le falta nada; le sobran algunos tacos. Por mucho que fueran típicos de la época, no suenan bien. Estoy convencida de que más de uno repetirá o pensará en Billy Elliot como el regalo perfecto y harán bien, realmente merece la pena pagar por verlo.
Las decisiones de una Margaret Tatcher recién llegada al poder afectan al sector minero del que dependen prácticamente la totalidad de las familias del pueblo de Billy, incluida la suya. Los mineros inician entonces una huelga que hace mella en la vida diaria de los Elliot, sacudidos unos años antes por la muerte de la madre del niño (Noemí Gallego).
Billy acude religiosamente a clases de boxeo por imposición de su padre (Carlos Hipólito) y tradición de su sociedad hasta que se cruzan en su camino las clases de ballet de la señora Wilkinson (Natalia Millán), quien ve en él un talento poco común y le anima a seguir bailando. Su padre y su hermano Tony (Adrián Lastra) descubren cómo ha estado preparándose para entrar en la Royal Ballet School y dan al traste con sus planes para disgusto del alumno y enfado de la profesora.
Durante dos horas y media se suceden situaciones que van directas a la fibra sensible evocando en cada uno, seguro, emociones distintas, pero igualmente intensas. Esta tensión emocional se relaja por instantes gracias a la comicidad aportada por los niños, George (Juan Carlos Martín), Braithwaite (Alberto Velasco) y sobre todo por la abuela de Billy (Mamen García), que viste de elocuencia un bagaje vital nada envidiable.
Las voces nos ayudan a entender el estado anímico de cada personaje en cada momento, cosa que se da por sentada, pero no siempre es así. Voces adultas que reflejan la crispación de la época, en especial las de los mineros, y voces infantiles que reflejan la inocencia y la ilusión.
El elenco infantil varía según la función porque los niños son niños. Imagino que no hay cambios importantes en la interpretación de unos y otros, así que valga como valoración general la aparente tranquilidad con la que actúan. Destacan Pau Gimeno como Billy Elliot y Beltrán Remiro como Michael. Son precisamente estos dos pequeños quienes nos muestran la amistad y la libertad inocua en un viaje que es la escena más divertida del musical.
Tener a Natalia Millán y Carlos Hipólito, dos de los mejores, en el cartel es siempre garantía de éxito para el espectáculo y un lujo para el espectador. Ellos son los elegidos para dar vida a los personajes adultos sobre los que recae el mayor peso. Ojalá todos tuviéramos una señora Wilkinson que sacase nuestras ilusiones a relucir y apostase por nosotros, ojalá todos los padres entendiesen dónde está la felicidad de sus hijos y les apoyasen. Cuánto ganaríamos si sacásemos lo que hay dentro de nosotros, si brillásemos. Cuánto ganaríamos si cada decisión la tomásemos poniendo el corazón y no cogiésemos la vía rápida. Dudo que enseñar el chichi a quien no le caes bien sea la mejor solución.
Bien las luces y bien la música, pero si hay algo que destaca, con permiso del elenco, son los decorados y cómo se juega con ellos, sobre todo la casa de la familia Elliot, que recuerda a las casas de muñecas con las que jugando pudieron forjar sus sueños muchos niños como Billy. Me sorprendió la valentía de arriesgarse a dejar cosas o colocarse allá donde el decorado va a caer cuando lo cómodo habría sido dejar un margen de seguridad y curarse en salud.
Disfrutadlo, bailad con Billy, luchad con los mineros, empapaos de la solidaridad obrera y vecinal y quedaos con lo que hay detrás de un sueño hecho realidad, nada se alcanza estando solo, nada se alcanza sin el sacrificio y el dolor de dejar lo querido atrás y eso es algo que todos deberíamos ser capaces de reconocer.
MÁS INFORMACIÓN | BILLY ELLIOT, EL MUSICAL
Me apasiona que me cuenten historias desde las tablas, desde la gran pantalla o desde la caja lista. ‘Mary Poppins’ me enganchó al cine, ’10 negritos’ al teatro. Nací con una tele debajo del brazo y un lápiz en la mano izquierda. «Librívora» desde la cuna. Escribo porque no sé vivir de otra manera. Ingeniera de Telecomunicación. Madrid, Madrid, Madrid…
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10 Comments
Grosero… soez… irreverente… decepcionante… No entiendo la venta de palomitas y alcohol…. pero visto el fume constante y el desprecio en el escenerario no es de extrañar…
Los escenarios y el número final lo mejor
El poco «arte» de convertir una historia inspiradora y llena de valores en un especial de navidad de La que se avecina. En otras palabras: demoliendo la cultura artística.
Musical chabacano a mas no poder. Primero destacar que es vergonzoso que se fume en presencia de menores, aproximadamente 10 cigarrillos son encendidos y consumidos hasta acabarlos durante todo el espectaculo. Se esta constantemente diciendo palabrotas cada cual mas ordinaria, repitiendo ‘maricon’ constantemente, incluso un niño de 13 años llama ‘zorra’ a Margaret Thacher. Un musical lleno de faltas de respeto. Por otro lado se le da demasiado protagonismo a la huelga de los mineros llegando a cubrir practicamente el 50% de la obra. El mensaje subliminal politico es abusivo, tanto es asi que hasta un actor lleva una camiseta del Che Guevara. Un musical pesimo, no lo recomiendo y mucho menos llevar alli a tus hijos. El productor demuestra tener muy mal gusto, poca sensibilidad y nada de consideracion hacia los menores.
En cuanto al escenario, la musica, y actuacion de los niños muy bien.
Muy mal la atención del personal del teatro, compramos entradas de 65 euros y para poder ver algo no podíamos estar sentados, pero dos filas enteras, nos dijeron que eran de mala visibilidad y lo ponía en las entradas, les preguntamos dónde lo indicaba y ya rectificaron porque no lo ponía en ningún nos pidieron perdón pero no hicieron nada y llevamos niños que estuvieron todo el musical.
El peor musical que he visto, me aburría , se hace pesado, nada que ver otros musicales, el teatro incómodo muy estrecho, deseando que acabara
Por debajo de mis expectativas, un tanto sosa y musicalmente poco que destacar, no llega a transmitir las emociones de la peli. El decorado es lo más destacable. No ha sido un musical memorable, mas bien una decepción. Que pena.
En la fila uno, creyendo seria perfecta ubicación y fue una tortura ya que los actores se pasaron las más de dos horas fumando y nosotros también a la fuerza ya que el humo nos invadía desagradablemente.Yo sali mareada sin terminar de ver el final.Demasiados tacos soeces continuos para estar niños presenciandolo.No cambio la preciosa pelicula de Billy Elliot por esta obra musical rancia y de nivel vasto y ordinario.Para mi, poco recomendable y menos tragando y fumando del tabaco de los actores, detalle de mal gusto que obliga a levantarte y marcharte.Una pena y una desilusión!
decepcionante, no me gusto nada, creo q nadie ha visto la pelicula
Si quitas el tema de los escenarios , y el último número , el resto es lo peor que he visto jamas en musicales
Decepción total
Igual digo. Me hubiera salido en el intermedio.