CRÍTICA DE TEATRO | «Cinco horas con Mario», dirigida por Josefina Molina

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Lola Herrera vuelve a meterse en la piel de Carmen Sotillo, junto con el inerte Mario, de la novela de Miguel Delibes.

Cinco horas con Mario, eso es lo único que le queda a Carmen Sotillo.

Acaba de terminar el velatorio de Mario y a su viuda no se le pasa por la cabeza la idea de irse a descansar. Aún tiene muchas cosas que decirle, muchas cosas que de ninguna manera quiere dejarse en el tintero. Un luto convertido en desahogo «in extremis» entre la devoción al marido y el rencor hacia el hombre. Y le cunde, vaya si le cunde…

Mario es un rebelde que lucha contra los convencionalismos y eso a Carmen no le entra en la cabeza. Ella tiene grabadas a fuego las palabras de su madre: «una mujer tiene que saber pisar, mirar y sonreír». Esto nos da una pista sobre cuál es el papel que aspiraba a tener en su matrimonio, al menos, de puertas para afuera. Aunque no termine de admitirlo, de puertas para adentro esperaba otra cosa de la vida diaria, de la educación de sus hijos, del sexo… Aunque esto último para ella ni frío ni calor, no como lo de Julia, que fue una campanada sonadísima. Las confesiones de Carmen a pie de féretro aceptando su sitio en el mundo se transforman en reprimenda al poder por fin reconocerle y reconocerse a sí misma en voz alta que lo que Mario hizo fue cortarle las alas y eso es algo que no puede perdonarle.

Esta obra es una caja de Pandora llena de reflexiones sobre las diferencias entre géneros, entre clases, entre religiones, entre personas, al fin y al cabo. Muchas de las cuales podrían salir en menor o mayor medida de la boca de las Carmen Sotillo de hoy en día. Por desgracia, en algunos aspectos no hay tanta diferencia entre 1966 y 2019. En otros sí, que todo hay que decirlo.

Como es lógico, a la actriz se la ve más cansada y se nota, sobre todo, en el recorrido por el escenario, no tan enérgico como hace años. Da igual, todo lo compensa el ver cómo es capaz de cambiar de expresar la alegría al evocar un recuerdo amable a derrumbarse al ser consciente de la ausencia. El final no incluye la frase que más me impactó del libro, pero la angustia es la misma, el último grito es desgarrador.

Miguel Delibes dijo: «a Lola Herrera la haría eterna para que siempre representara esta obra». Yo también, pero como creo que eso no es posible y se me ocurriría mucha más gente a la que hacer eterna, me conformo con haber podido verla dos veces.

Tengo que reconocer que en esta ocasión tira más lo personal. «Cinco horas con Mario» es mi ojito derecho de las obras de teatro. Para algunos no será el argumento más potente, para otros no será la mejor actriz, pero, hasta la fecha, no he encontrado otro tándem igual.

Lola Herrera fue Carmen Sotillo por primera vez en 1979 y después de esta gira no habrá una próxima. La frase final del panfleto es lapidaria: «será la última vez que el público podrá ver a Lola Herrera en esta memorable interpretación». No lo leí en el teatro, lo hice en casa sentada a los pies de la cama y el entusiasmo con el que salí de la sala se volvió congoja. Es muy distinto intuir que algo se termina a que te lo pongan por escrito.

Durante estos 40 años el público ha demostrado fidelidad a la obra y a la actriz, la que nunca sabremos si Mario guardó a Carmen. El mismo público que entiende que esto se acaba y agradece esta despedida. Quizás por eso los aplausos sean más largos de lo habitual. Nadie quiere que termine el adiós a Lola Herrera y Carmen Sotillo, que ya son una misma. ¡Qué difícil sería entender a la una sin la otra y viceversa!

Aún conservo la entrada de la primera vez que vi la obra, allá por el 2003. La tinta se ha borrado casi por completo, pero la guardo con mucho cariño. Siempre dije que volvería a verla y  no podía dejar pasar esta oportunidad. De lo único de lo que me arrepiento es de no haber ido en más ocasiones. No sé si habrá otra Carmen Sotillo, no sé si quiero que haya otra Carmen Sotillo.

Lo más sincero que puedo decir en este momento y lo único que me apetece decir es: GRACIAS LOLA.

MÁS INFORMACIÓN | «CINCO HORAS CON MARIO»

Margarita Pérez

Me apasiona que me cuenten historias desde las tablas, desde la gran pantalla o desde la caja lista. ‘Mary Poppins’ me enganchó al cine, ’10 negritos’ al teatro. Nací con una tele debajo del brazo y un lápiz en la mano izquierda. «Librívora» desde la cuna. Escribo porque no sé vivir de otra manera. Ingeniera de Telecomunicación. Madrid, Madrid, Madrid…

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