Cualquier experiencia intercultural suele tener como resultado algo nuevo, llamativo y, por lo tanto, muy positivo para todos. Esto fue el Jazz en el siglo XIX, un encuentro de dos culturas, de dos músicas: La clásica europea y la afroamericana. Y así, un género de los años 20, llega hasta nuestros días como el moldeador de sentimientos. Y es que el Jazz tiene la capacidad de ponernos los pelos de punta y sumergirnos en la personalidad de cada músico que lo interpreta.
Cuando pulsas el play a una canción de este género, o de sus muchas fusiones, el swing se apodera de ti como lo hicieron sus músicos de la noche de Nueva Orleans. Pero el máximo exponente de expresión llega en el momento en el que cada sonido es diferenciado, cada instrumento te llega a su manera pero todos a la vez. La improvisación ha sido una de las características que han maravillado del Jazz. Es obvio que para ejecutarla sin caer en un caos, es necesaria una experiencia y un conocimiento musical tan amplio como lo es la capacidad para sentir los sentimientos que van ligados a la melodía. Porque el Jazz en si mismo tiene carácter, tiene sentimiento y te da una oportunidad de expresión nada desdeñable. Por eso la capacidad técnica y la grandeza artística de sus músicos ha sido tan valorada a lo largo de más de un siglo.
Cuando hablamos de Jazz todos pensamos en Billie Holiday y en su Love me or Leave me, por ejemplo. Sin embargo, pensar que se ha quedado ahí es un insulto a todos esos músicos que lo practican hoy en día sin tener nada que envidiar a los grandes clásicos. Hoy podríamos hablar de Norah Jones o de Stacy Kent, mujeres que son un símbolo del Jazz actual. Pero, en ocasiones, no está mal barrer para casa.
Andrea Motis y Joan Chamorro Group. Este es el nombre de una de las mejores formaciones de Jazz de nuestro país y que, cada día más, se hacen un hueco a lo largo del panorama internacional. La genuína voz de la joven Andrea Motis se une a la maestría musical del Veterano Joan, dando lugar a un experimento cautivador.
Motis entró en la escuela municipal de Sant Andreu para formarse como trompetista, con sólo 7 años. Era aquí, en este barrio de Barcelona, donde Joan Chamorro ya llevaba la banda de la escuela: Sant Andreu jazz band. El grupo se disponía a grabar un disco y una Andrea de 15 años decidió presentarse como vocalista. Su voz resultó una revolución, nacida para ser escuchada, para interpretar jazz. Así comenzó el que ya es un largo recorrido. Desde el primer albúm: Joan Chamorro presenta a Andrea Motis (2010), hasta el último: Jazz to Jazz (2014). Cientos de conciertos y participaciones en los festivales internacionales mas importantes de Jazz. Sin ir más lejos, los días 20 y 21 de este mes estarán en el auditorio Conde Duque de Madrid bajo el festival: Ellas Crean.
El Jazz, con más de un siglo a la espalda, sigue siendo uno de los géneros por experiencia. Una excelente manera de crear, valorar y moldear sentimientos. Músicos de la calidad de estos catalanes siguen insuflando en sus venas la energía artística que lo hace brillar. Dudo mucho que el jazz muera algún día. Aun con todas las radio fórmulas haciendo sombra. Porque lo único cierto es que nadie que ame la música puede pasar sin conocer tan notable género y, casi sin excepción, sin valorarlo como se merece. Pero no está mal que, de vez en cuando, se reivindique su existencia y la capacidad artística de los que hoy lo enarbolan en sus partituras.
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