RTVE ha presentado esta semana en Benidorm la tercera edición del Benidorm Fest, uno de sus buques insignia de los últimos años, que se celebrará los próximos 30 de enero, 1 de febrero y 3 de febrero en la ciudad alicantina y contará con dieciséis participantes.
Al acto acudieron Carlos Mazón y Toni Pérez, presidente de la Generalitat Valenciana y alcalde de Benidorm, respectivamente; María Eizaguirre, directora de Comunicación de RTVE; Ana María Bordás, jefa de Delegación española y codirectora del Benidorm Fest; César Vallejo, codirector del Benidorm Fest; Pablo Cebrián y Rayden, asesores de esta edición.
En la rueda de prensa se reafirmó el compromiso del gobierno a la realización de este formato con la habitual firma de contrato frente a los medios y se puso en valor el impacto que han tenido las dos primeras ediciones del Benidorm Fest; tanto a nivel turístico en la ciudad como en la industria musical con los éxitos de temas como ‘Ay mamá’, ‘Terra’, ‘SloMo’ o más recientemente ‘Nochentera’.
El equipo del Benidorm Fest es consciente de que la próxima edición tiene el reto de seguir posicionándose como un lugar de encuentro y exposición del talento musical de nuestro país y ser un referente a nivel televisivo capaz de reunir a la gente en torno al televisor, pero además tiene otros tres retos que, de conseguirse, serán clave para consolidar la marca y asegurar su futuro:
1. Mostrar la diversidad y riqueza de nuestra industria
Tras una primera edición donde se recogían con acierto diferentes pilares de la música en España con canciones y artistas que abarcaban desde el entorno más indie (Rigoberta Bandini, Varry Brava) hasta fusiones folk y urbanas (Tanxugueiras, Luna Ki), pasando por propuestas pop (‘SloMo’, ‘Quién lo diría’, ‘Make You Say’) o artistas consagrados y reconocidos por amplios sectores de público (Rayden, Azúcar Moreno, Javiera Mena), llegó una segunda edición con mayor predominio de fórmulas pop y una pérdida de nombres atrayentes para un espectador ajeno al circuito de otros programas musicales como ‘Operación Triunfo’.
El resultado fue una sensación generalizada de que la segunda hornada no había alcanzado las cotas de diversidad que hicieran llegar el Benidorm Fest a todo tipo de público ni trascender más allá del programa, como sí ocurrió el primer año. Para esta tercera entrega, por tanto, será fundamental recuperar esa sensación de “gran selección” que abarque públicos de diferentes edades y gustos musicales y que, a su vez, equilibre talentos emergentes o más desconocidos para el espectador medio con otros nombres que sorprendan y despierten interés desde el primer momento, incluso antes de conocerse sus canciones.
No se trata de llenar el Benidorm Fest de all stars si sus propuestas no son lo suficientemente ricas ni de cumplir cuotas de manera sistemática, pero sí de trabajar por un line-up que represente al máximo posible la riqueza musical de un país con tantas culturas, identidades y talentos que logre que cada persona que lo vea encuentre al menos una propuesta con la que sentirse identificado.
2. Enfocarlo definitivamente como un festival de música, no una preselección para Eurovisión
Desde su nacimiento el Benidorm Fest ha sido bastante inconsistente con su línea de comunicación. En su puesta de largo, hace ahora dos años, se hizo hincapié en que el espíritu principal del proyecto era recuperar el Festival de Benidorm y utilizarlo como escaparate y punto de encuentro para que todos los artistas del país tuvieran un lugar donde mostrar su música a las masas, dejando en un segundo plano su función como plataforma desde la que elegir a nuestro/a representante para Eurovisión.
Sin embargo, no siempre se ha mantenido con firmeza este enfoque. Multitud de referencias a Eurovisión durante las galas o mensajes en las redes oficiales de la cadena apelando al sueño de representar a España en el certamen para animar a presentar canciones a la convocatoria abierta son pequeñas contradicciones que pueden confundir a aquellos artistas que vean con buenos ojos ligarse a un formato musical que dé visibilidad a sus proyectos, pero no tanto competir en una preselección para Eurovisión.
Es importante definir el objetivo primordial del Benidorm Fest y ser coherente en la comunicación alrededor de él. Es evidente que, mientras no cambien las normas, quien gane deberá representarnos en el festival, pero quien lo haga no necesariamente debe haber soñado toda la vida con ello. Hoy por hoy, el Benidorm Fest tendrá más fácil su camino hacia la consagración si se centra en ser el mejor y más grande festival de música de nuestro país.
3. Convertirse en una emisión puntera a nivel audiovisual
El tercer reto se trata de algo más técnico. Es cierto que de la primera a la segunda edición se pudo apreciar una mejora sustancial en las características del escenario y también en las puestas en escena de sus participantes, pero aún hay camino por hacer.
El Benidorm Fest aspira a ser una cita anual con la vanguardia en términos audiovisuales. Su cinematografía y su sonido deben ser punteros y el espejo en el que otros formatos televisivos de corte musical se miren, incluso fuera de España. También por el bien del espectáculo y de su propio futuro: ningún artista rechazaría subirse a un escenario donde sus canciones brillen al nivel de los MTV Awards. Y eso rema a favor de todos.
Sigue siendo necesario mejorar la realización y pulir el sonido, al igual que se debe ayudar a los artistas o grupos más emergentes a presentar puestas en escena al mismo nivel que otros con multinacionales detrás y mermar así la desigualdad presupuestaria.
A este respecto, en la rueda de prensa del pasado miércoles, Ana María Bordás se sinceraba admitiendo que había «artistas con equipos poco profesionales» que no se dejaban aconsejar por el ente sobre su actuación. Puede que en ocasiones ocurran estas cosas, pero hay que encontrar la forma de potenciar el espectáculo en todos sus niveles para que el Benidorm Fest alcance el estatus de evento que nadie se quiera perder.
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