Quien escribe estas líneas no tenía más de ocho años la primera vez que escuchó unos acordes de guitarra seguidos de una voz que decía algo así como «llega tarde el 28 y nerviosa miro el reloj…». Por ese entonces mis conocimientos musicales eran más bien escasos, pero en aquel estribillo hipnótico percibí que no estaba ante uno de esos hits de radiofórmula que alcanzan el éxito tan rápido como se pierden en el olvido. Aquel grupo de nombre curioso llamó mi atención, tanto que unos meses más tarde el cassette de “Dile al Sol” se resguardaba en la estantería de mi habitación.
Era 1998 y La Oreja de Van Gogh irrumpía en el panorama nacional aportando lo que más tarde, y con algo más de conocimiento musical, supe que se llamaba «savia nueva». Aire fresco para el pop español, viudo de grandes bandas con una mujer al frente como Mecano y huérfano de letras distintas donde se hablara de lo mismo sin sonar a lo mismo.
Los donostiarras tardaron muy poco en estar en boca de todo el mundo gracias a un primer disco cargado de hits perdurables y un sonido con sabor genuino. Desde entonces han pasado casi veinte años y La Oreja de Van Gogh sigue siendo un referente musical para más de una generación.
Prueba de esto que digo fue el cierre de su tour El Planeta Imaginario este martes en el WiZink Center de Madrid. Tres generaciones confluían sobre la pista del antiguo Palacio de los Deportes para cerrar el año con el grupo que casi dos décadas después sigue sonando diferente al resto.
Leire, Xabi, Pablo, Álvaro y Haritz ofrecieron un concierto esencial, sin artificios, invitados ni pirotecnia, donde lo importante eran las canciones. Con un medido juego de luces en el que primaban los rojos y los azules, el quinteto demostró por qué son uno de los grandes grupos de la historia del pop con un directo non-stop de dos horas donde intercalaron sus temas míticos con varios de los incluidos en su último álbum, el primero de la banda en cinco años.
El último vals, París, Deseos de cosas imposibles, La Playa, Europa VII, Vestido azul, 20 de enero o Cuídate sonaron a coro con las miles de personas que se citaron en el recinto, que también hizo resonar entre sus paredes los últimos éxitos del grupo como Verano, Diciembre, Esa chica, Estoy contigo o Pálida luna. Aunque, sin duda, el momento más especial de la noche llegó de la mano de Jueves, con una Leire emocionada y un público cómplice apenas susurrando las frases, respetando el significado y trascendencia de la historia que los donostiarras cuentan en esta canción.
También el tema No vales más que yo, que denuncia la violencia machista, desató una de las ovaciones más extensas de la noche. En contrapunto, las risas llegaron con el lapsus de Leire justo antes de cantar María, y es que la cantante se olvidó en el camerino los huevos, que es un sencillo instrumento de percusión, a lo que espetó divertida: «es que soy mucho de tocar los huevos», despertando las risas de fans y componentes del grupo.
La velada en el planeta imaginario de La Oreja de Van Gogh se cerró con un bis de Cometas por el cielo —que la artista quiso dedicar, en nombre de los cinco, a «todos esos valientes que no temen el qué dirán por amar a quienes quieran», en defensa de los derechos LGTBIQ que pone sobre la mesa esta canción— y Puedes contar conmigo, donde el WiZink Center madrileño se vino abajo, saltando y cantando uno de los himnos de este quinteto que un día, hace veinte años, llegó a la música para acompañarnos en el camino de la vida a todos aquellos niños del cassette y poner banda sonora a las generaciones que dejaremos tras nosotros.
GALERÍA COMPLETA DEL FIN DE GIRA DE LA OREJA DE VAN GOGH PINCHANDO AQUÍ
Agradecimientos: Get In Producciones
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