Vin Diesel vuelve a uno de los papeles que le dio la fama. No, no me refiero a una nueva entrega de Fast and Furious, sino a xXx, que vio la luz en 2002. Así pues, Diesel vuelve a meterse en la piel de Xander Cage 15 años después para llevar a la gran pantalla una nueva aventura que peca de simplona y de liosa.
El argumento parte de una premisa simple: el exdeportista extremo vuelve a ser reclutado por el Gobierno de EEUU para recuperar un artefacto llamado la Caja de Pandora, con el que su poseedor puede controlar todos los satélites que orbitan el globo y usarlos a voluntad, incluso para dejarlos caer sobre cualquier punto del planeta. El reluctante Cage reúne a un grupo de rechazados como él para arrebatárselo al agente renegado Xiang.
Hasta ahí todo bien. Sin embargo, la cosa se enreda de tal manera que ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos. Todo por no hablar de las escenas de acción que, salvo alguna destacable, liarán al espectador debido a la dichosa manía que tienen algunos realizadores de confundir acción con rapidez. El resultado, un conjunto de escenas a toda velocidad que liarán hasta al más atento.
Es cierto que la película no decepciona en cuanto a lo que promete. Persecuciones, tiroteos, peleas y una gran labor por parte de los especialistas. Sin embargo, no deja de ser un lucimiento de músculos de Diesel.
En cuanto al resto del reparto, cabe destacar que es amplio y que tiene a buenos actores y actrices, pero están muy mal aprovechados. El villano recae en Donnie Yen, que muchos recordarán por su papel en Rogue One, y Tony Jaa, conocido por su papel en Thai Dragon, pero poco más que destacar del resto. La única que podría salvarse es Nina Dobrev en su papel de friki informática, pero solo por las frases ingeniosas que tiene.
El resultado final, una película que entretiene en su justa medida los 107 minutos que dura, pero que no explota sus puntos fuertes.
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