Crítica de teatro | Hércules, el musical de Ricard Reguant

Dirigidos por Ricard Reguant, el maestro de ceremonias (Paco Arrojo) y el resto del elenco recrean en el teatro La Latina la vida y las hazañas de Hércules (Pablo Abraira), bajo la atenta mirada de éste, en un espectáculo circense con ciertas reminiscencias de los musicales de Disney.

Al principio pensé que me contarían las heroicidades del semidiós, que los 12 trabajos que el joven Hércules (Javier Pascual) tuvo que desempeñar acompañado, en ocasiones, por Yolao (Víctor Ullate Roche) serían el tema central, sin embargo, según bajaba el telón, comprendí que el propósito era transmitir la búsqueda de la eterna felicidad junto a la persona que nos nubla la razón.

Sin duda, lo mejor del espectáculo son las voces, envidiables, y la iluminación, en cuanto a eso, ninguna pega. Del repertorio no puedo decir lo mismo, me pareció un tanto monótono y las coreografías se entienden si no nos olvidamos de que lo que estamos viendo es un circo. Al igual que ocurre bajo la carpa, el éxito o fracaso dependerá del trabajo grupal, no de un personaje en concreto. Si tuviera que mojarme por un momento, me mojaría en el estrecho de Gibraltar por ser la escena que más risas despierta.

Lo que no puedo dejar pasar por alto es el halago gratuito de los actores hacia ellos mismos, historia y alabanza en el mismo paquete. El que los actores son profesionales es algo que se presupone, no terminé de encajar la reivindicación en lo que acababa de suceder.

“Hércules, el musical”, avalado por las críticas en el Festival de Mérida, me deja en Madrid la ambigua sensación del ni fu ni fa. Quizás la diferencia de espacio y enclave le reste espectacularidad, pero el cambio de ubicación no excusa que la historia desconcierte con el acelerón final cuando hasta entonces transcurría a un ritmo más bien pausado.

Al margen de los peros que se le pueda poner, he de reconocer que el musical no sale del todo mal parado de la dificultad que entraña el que el protagonista de la historia sea un espectador con derecho a roce.

Como haría con las películas de Disney, me quedo con la persecución incansable del amor verdadero y el valor de la amistad y lealtad entre Hércules y Yolao, aunque llegado un punto la carne sea débil y haya algo que tire más que dos carretas. Ya que el destino nos va a llevar por donde él quiera, al menos, que los compañeros de viaje y aventuras sean los mejores que podamos tener.

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Margarita Pérez

Me apasiona que me cuenten historias desde las tablas, desde la gran pantalla o desde la caja lista. ‘Mary Poppins’ me enganchó al cine, ’10 negritos’ al teatro. Nací con una tele debajo del brazo y un lápiz en la mano izquierda. «Librívora» desde la cuna. Escribo porque no sé vivir de otra manera. Ingeniera de Telecomunicación. Madrid, Madrid, Madrid…

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