La cinta Ahora sí, antes no es el último trabajo del cineasta surcoreano Hong Sang-soo. Siendo su producción más reciente, fue presentada el 13 de agosto de 2015 en el Festival Internacional de Locarno, donde se alzó con el Leopardo de Oro a Mejor Película y el premio a Mejor Interpretación Masculina para su actor protagonista, Jung Jae-Young. Tras su triunfal paso por dicho festival, la cinta fue estrenada de forma comercial en septiembre de 2015 y llega a las carteleras españolas este fin de semana.
La película nos traslada a vivir el mismo día dos veces. Ham Cheon-soo (Jung Jae-Young) es un famoso director de cine independiente que llega a la pequeña localidad de Suwon para asistir a la proyección de su película y participar en el posterior coloquio. Al llegar un día antes de lo necesario, Ham se dedica a deambular por los monumentos de la ciudad y de forma fortuita conoce a Yoon Hee-jeong (Kim Min-hee), una joven pintora y ex modelo con la que compartirá un día lleno de emociones. Tomarán café, visitarán el taller de la artista, se emborracharán cenando sushi y después acudirán a una pequeña fiesta con algunos amigos de Yoon. Al día siguiente tendrá lugar la proyección del filme, tras la cual el cineasta regresará a Seúl.
Esta historia se presentará de dos maneras totalmente diferentes, con pequeñas variaciones en las dos recreaciones del mismo día y que, por tanto, llevarán a dos desenlaces diferentes. Esto da la posibilidad al espectador de descubrir que hubiese pasado si se hubiese hecho una cosa y no otra.
Este experimento cinematográfico como tal puede resultar interesante. Sin embargo, el tedio hará presencia en la sala de cine a lo largo de sus dos horas de duración. Sus largos planos fijos con la cámara estática en los que los personajes se pueden tirar veinte minutos hablando, y solo rotos por innecesarios zooms, harán removerse de aburrimiento al espectador en su butaca. A todo ello hay que sumarle que encima se repetirán dos veces, una por día.
Si hay que destacar algo son las interpretaciones, con unos protagonistas sensibles y empáticos, con un flujo de comunicación sobre todo gestual y que causa un sentimiento empático hacia ellos, pero nada más. La música no se completa con las escenas y la voz en off del protagonista no aporta nada a la narración.
En definitiva, Hong ha realizado un experimento cinematográfico que funciona bien como tal, pero que no tendrá el éxito deseado en las salas de cine más puristas.
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