CRÍTICA DE TEATRO | La ciudad borracha, de Enio Mejía

Tres amigas, una despedida de soltera, un guaperas de nuevo en el mercado y su amigo, elementos que por sí solos dan mucho juego, imaginémoslos juntos, añadamos como recipiente la noche y como aderezo el alcohol. ¿Cuál es el resultado de esta mezcla explosiva? La comedia La ciudad borracha que se representa en el teatro Galileo de Madrid.

Marian (Sara Gómez) se va a casar y sus amigas, Lidia (Aixa Villagrán) y Marisa (Mabel del Pozo), para celebrarlo le preparan una despedida con la que quemar la noche, que no será lo único que salga ardiendo. Cuando mejor lo están pasando las chicas hace su aparición el sector masculino encarnado en Fran (Gonzalo de Santiago), al que su novia acaba de dejar por no hacerle caso, y Edu (Alberto Amarilla), el amigo que pretende devolverle la vida, sentimentalmente hablando. Al encontrarse los dos bandos se arma la marimorena, Marian y Fran juegan a ser adolescentes en contra de la voluntad de los demás, que se ven incapaces de frenar la debacle y tienen que recurrir a la ayuda del único sobrio del elenco, Rober (Roberto Drago).

El decorado de esta ciudad borracha es minimalista, lo que concuerda con el conjunto del guion, una historia superficial en la forma, a pesar de que el trasfondo y la idea principal son lo suficientemente profundos como para haber aprovechado la coyuntura.

Destaca la disyuntiva que se les presenta a los personajes como grupo e individuos entre defender lo correcto de cara a la galería y aceptar que la realidad depende del color del cristal con el que se mira y que cada uno pinta el cristal del color que le da la gana. Hay quien mira a través de un cristal opaco pegado a sus narices, convencidos de que los demás ven y tienen que ver lo mismo. Entiendo los conflictos internos de los personajes, pero me descuadraron algunas de las reflexiones y, después de tanto ajetreo, el final me pareció un poco flojo.

La obra no es una risa constante, sin embargo tiene muchos momentos cómicos que despiertan carcajadas espontáneas y sinceras. Un grupo equilibrado actoralmente en el que asoma la cabeza Aixa Villagrán. Lidia es el personaje más divertido, su carácter justifica en gran parte la catalogación de comedia de la obra. Sin duda, la actriz sabe sacar todo el partido a esta peculiar mujer.

Tras pasar una noche en La ciudad borracha, desde la resaca, lo que saco en claro y me parece una verdad como un templo, es que las mujeres tenemos derecho a cambiar de opinión, que nadie debería hacernos sentir culpables por ello y que, de vez en cuando, todos necesitamos la ayuda de ese líquido rosa con burbujitas.

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Margarita Pérez

Me apasiona que me cuenten historias desde las tablas, desde la gran pantalla o desde la caja lista. ‘Mary Poppins’ me enganchó al cine, ’10 negritos’ al teatro. Nací con una tele debajo del brazo y un lápiz en la mano izquierda. «Librívora» desde la cuna. Escribo porque no sé vivir de otra manera. Ingeniera de Telecomunicación. Madrid, Madrid, Madrid…

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